- La felicidad: La felicidad no es una respuesta momentánea a una situación particular en tu vida, es un estado general del ser. Algunos podrían llamarlo contentamiento, o una sensación de bienestar. Si no tienes un sentimiento general de felicidad sobre ti y tu vida, a pesar de los altibajos que ocurren de manera regular durante ella, al igual que en la de todos los seres humanos, te estás perdiendo una pieza del rompecabezas de la salud mental.
- La flexibilidad: Te sientes en bienestar sólo cuando las cosas ocurren de manera exacta a como las tienes previstas o eres capaz de ser flexible y adaptarte a las circunstancias y a los cambios regulares de la vida. Las cosas tienen que salir tal cual como las planeaste o te permites aceptar como parte de la vida, los cambios. Ser flexible significa poder ajustarse a la realidad que se nos va presentando, sin caer en sufrimiento, ansiedad, o depresión. En la misma medida, ir ajustando nuestros objetivos y propósitos. La flexibilidad es sinónimo de bienestar mental.
- La regulación emocional: ¿Qué tal está funcionando tu termostato emocional? Al igual que tu cuerpo posee su propia regulación, que le permite conservar una temperatura de 37°; tú también posees un termostato emocional. ¿Controlas con facilidad, la ira, la rabia, el enojo? ¿Manejas con destreza tus tormentas emocionales?. Te enganchas en el dolor, o superas con facilidad tus tristezas, errores y fracasos. Se trata de una destreza vital para ser feliz en la vida. La habilidad para hacerlo, supone una mente sana.
- Las buenas relaciones: La calidad de las relaciones contigo misma y con las personas que te rodean, es uno de los mayores indicadores de salud mental, en general. Una persona, que se estime a sí misma, sea asertiva, además de ejercitar la bondad, la compasión y la empatía con su entorno, se considera saludable mentalmente. ¿Te sientes totalmente autónoma y al mismo tiempo conectada por completo a las personas más importantes en tu vida? Si la respuesta es negativa, tienes mucho trabajo que hacer.
- La Sabiduría: ¿Qué impulsa las decisiones que tomas y tus acciones? ¿Aplica experiencia, conocimiento y buen juicio para ello? Si no, este es un aspecto de la salud mental que se te escapa. La guía emocional que utilizas para la toma de decisiones y la capacidad de prever los posibles resultados de tus acciones, requiere una integración de los hemisferios cerebrales y lo permite una buena salud mental.
- La Compasión: ¿Puedes sentir las emociones de los demás? ¿Muestras bondad, empatía y una buena disposición para ayudar a aliviar a otros de su sufrimiento? Como seres sociales, nuestra capacidad para experimentar las emociones de los demás y responder con amabilidad y compasión, es fundamental. Si no posees esta actitud humana, puede ser una indicación que te falta algo que trabajar, para gozar de una mente sana.
- La Moralidad: ¿Tienes la capacidad de pensar en el bien mayor y actuar de una manera prosocial? Nuestra naturaleza social requiere que tengamos la capacidad de actuar de manera que nuestros actos beneficien, no sólo a nosotros mismos, sino a nuestro grupo social también. Comportamiento antisocial y amoral son claros indicadores de mala salud mental.
¡Revisate y pon en marcha los correctivos pertinentes para tu bienestar mental!