Somos seres cuyas dimensiones están en plena interacción. De ahí que para vivir coherentemente necesitamos cuidar “Nuestro Cuerpo”, a través de ejercicio adecuado, su alimentación e higiene.
Necesitamos cuidar “Nuestra vida Emocional”, curar heridas del pasado que se hacen presentes en síntomas emocionales y dolencias físicas, encontrar el equilibrio de nuestras emociones, conocerse hasta en los aspectos más desagradables y oscuros, saber potenciar nuestras fortalezas, adentrarse en los sueños y los deseos, saber hacer frente a las dificultades, al estrés y salir fortalecidos, conocer los ciclos personales, los momentos fértiles de vida y los vacíos que abren la posibilidad de reflexionar y transformar.
Parte del autocuidado emocional implica saber vincularse con otras personas, saber nutrirse con la amistad, compartiendo alegrías y penas, decepciones y satisfacciones. Vincularnos nos da calidad de vida, mejora nuestra salud física, mental y espiritual, nos renueva, el amor renueva todas las dimensiones de la persona.
Y necesitamos cultivar “Nuestro Espíritu”, dedicar tiempo a nuestra dimensión espiritual; la oración, fortalecer la fe y realizar prácticas como el yoga, meditación, y Mindfulness, entre otras, te conectan con tu interior. Por ejemplo: las personas que meditan compasivamente, es decir que el contenido de su pensamiento al meditar es comprender lo que siente otra persona, sea alguien que sufre, alguien con quien tienes una disputa, alguien que no es feliz, etc… esa persona envejecerá más sana, sobre todo envejecerá feliz, alegre, sabiendo ser considerada con quienes le rodean. La dimensión espiritual nos da una fortaleza inigualable para darle un sentido trascendente a cualquier tipo de experiencia que llegue a nuestra vida.