“Cada segundo estás creando tu propio mundo”.
Comencemos por integrar a nuestra vida diaria, la creencia de que somos una unidad indivisible constituida por cuerpo, mente y espíritu. Desde la misma, abordaremos el antiaging espiritual. Porque en efecto, la salud entendida como un estado de completo bienestar, constituye el resultado de un perfecto equilibrio entre estas tres estructuras. El espíritu habita en el cuerpo y se relaciona con el exterior a través de la mente. Nos pone en contacto con nuestra verdadera esencia, nos impulsa a buscar nuestro propio rumbo y a emprender el camino de la realización personal. A su vez, el espíritu forma parte del espíritu universal.
No hay separación somos uno con el universo
Creamos nuestra realidad, desde la sinergia de estos tres niveles de nuestro ser, seamos o no conscientes de ello. Nuestras creencias, pensamientos y emociones reflejan nuestros deseos y temores en el plano físico. En consecuencia, podemos cambiar nuestro mundo, incluso ralentizar o frenar en gran medida el proceso de envejecimiento de nuestro cuerpo, cambiando nuestra percepción acerca de nosotros mismos.
Una buena práctica es alimentar la creencia de que nuestro cuerpo, mente y espíritu se renuevan a cada instante; en lugar de nutrir y reforzar el pensamiento de que declinan o empeoran apresuradamente con el paso del tiempo y de manera inevitable.
Si quieres cambiar tu cuerpo, cambia primero tu conciencia y percepción sobre él. Empieza por preguntarte cómo te expresas acerca del mismo y de su envejecimiento.
¿Cómo te ves a ti mismo?
¿Qué imagen tienes de ti?
¿Cómo te sientes?
¿Qué te dices a diario?
El origen de tu realidad son las percepciones, al cambiarlas, modificas tus circunstancias. El cuerpo, como todo en la vida, es un espejo de nuestras ideas y creencias. Somos el programador de nuestro propio cuerpo, cambia la interpretación que le das y experimentarás tu cuerpo de forma diferente. Lo que percibes como tu cuerpo físico y tu propio envejecimiento, está conformado por tus hábitos de percepción. En lugar de observarlo como una maquina estática, asúmelo como un campo de energía inteligente, que se transforma y renueva continuamente. Se hace nuevo a cada instante.
Somos responsables de lo que pensamos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea; por ende, somos creadores de nuestro presente y futuro.
Te invito a revisar tu dialogo interno, así como la manera de expresarte sobre tu cuerpo, y de su envejecimiento. Hazlo en diversas oportunidades y por escasos minutos diariamente. Este ejercicio te permitirá descubrirte, y te brindará la oportunidad de elegir de nuevo tus pensamientos, cuando estos no te permitan sentirte bien. Sostén pensamientos que sustenten una percepción sana, vibrante y renovadora acerca de tu cuerpo y de tu experiencia de vida.
La totalidad de nuestro organismo físico se ve afectado por nuestros pensamientos. Nuestras células y órganos los escuchan de manera constante. La depresión afecta nuestro sistema inmunológico. La alegría, el enamoramiento y la sensación de bienestar y armonía, lo fortalece. Sentirnos satisfechos nos mantiene sanos y prolonga nuestra vida, nada tiene más poder sobre el cuerpo que las creencias que mantenemos.
Ningún pensamiento permanece en tu cabeza sin pagar renta. Pagarás el precio de los pensamientos negativos, en salud mental y física, afectando directamente tu nivel de felicidad.
Si tu estilo de vida fomenta el equilibrio de tu cuerpo físico, mental y espiritual, serás cada vez más saludables y modificarás a tu favor el proceso de envejecimiento. Transformarás tu realidad y te sentirás siempre joven y renovado, sin importar tu edad cronológica.