“Haz con tus emociones y pensamientos lo que hace el surfista con las olas… navega sobre ellas controlándolas, no se identifica con ellas, no se sumerge en ellas al contrario siempre está por encima, tampoco deja que lo atrapen, sino que las utiliza a su antojo, para pasarlo bien y disfrutar. Tú puedes hacer lo mismo con los contenidos de tu mente. Puedes elegir no dejar que te atrapen, no creerte todo lo que tu mente te diga, no tomarte en serio todo lo que surja en ella, no revolcarte en las emociones dolorosas tratando de luchar contra ellas… Sé cómo el surfista, no rechaces ni le huyas a una ola difícil, solo déjala pasar, y si te tumba de tu tabla, solo vuélvete a levantar”.
No recuerdo donde leí esta metáfora, pero me encantó, y es que si queremos experimentar la felicidad, debemos aprender a desapegarnos de nuestras emociones, eso sí, no sin antes aprender a escuchar lo mucho que tienen que revelarnos sobre nosotros mismos.
Cada emoción tiene una función específica para hacernos comprender qué está pasando, es así como una emoción negativa entonces se convierte en una alarma despertador que te permite identificar cuál es el pensamiento que te está causando dolor o incomodidad, ofreciéndote una gran oportunidad para el autoconocimiento y la sanación. Se trata de dejar que la emoción sea tu maestra y no tu enemiga.
Del manejo asertivo de nuestras emociones dependerá nuestro equilibrio interno, y este será el que nos llevará a conectarnos a una vida con propósito, llena de armonía y bienestar en todos sus aspectos.
Una emoción no canalizada, no administrada, tarde o temprano el cuerpo la somatiza. Tal es el caso de la rabia. Cuando esta no es manejada de forma apropiada, en el momento oportuno, aparece la tristeza como mecanismo de defensa de la rabia contenida. Esas rabias no atendidas se van enquistando hasta que aparece tarde o temprano, la depresión, con la tristeza como su máxima expresión.
Por eso una de las cosas que me gusta señalar cuando las personas me preguntan acerca de mi libro Sanar es una elección es que en él yo no doy una fórmula mágica ni una receta médica para superar la depresión, sino que hago un llamado a la autoexploración y al autoconocimiento; una invitación a que las personas comiencen a hacerse las preguntas correctas y descubran dónde está el origen de su tristeza recurrente, depresión o ansiedad. Esto no solo les permitirá superar estos sentimientos, sino que podrán alcanzar una total independencia emocional del mundo que les rodea, sentando así las bases para una vida plena y sana desde todo punto de vista.
La filosofía zen no rechaza las emociones, sino que les reconoce su carácter efímero y, al igual que ocurre con los pensamientos, todos son manifestaciones de la actividad mental, se les deja ir.
Para desterrar una emoción negativa tienes que:
1.- Identificarla. Presta atención a las señales transmitidas por tu cuerpo. Nuestra mente inconsciente se manifiesta a través de las emociones y estas, a su vez, a través de nuestro cuerpo, del cual sí somos conscientes. Entonces cuando surja la emoción, permítele ser parte de ti, pero sin que se convierta en tu dueña. No le tengas miedo, no la rechaces ni la ignores. Siéntela e identifícala. La emoción seguirá ahí, pero ya no te puede controlar, ya no te puede seguir haciendo daño, a menos que tú se lo permitas.
2.- Buscar su origen. Si quieres puedes anotar tus observaciones, anota qué estás pensando, qué estás escuchando de tu diálogo interior, qué está sintiendo tu cuerpo. Esta es una forma de traer luz a nuestros pensamientos, sacarlos del lugar oscuro donde nuestro ego los ha mantenido por mucho tiempo.