Soy legalmente invidente desde hace unos 8 años. ¿Y eso que significa? Que no puedo trabajar en ocupaciones que requieran ver, como chofer, cortadora de cualquier material, cirujano o fiscal de tránsito, por ejemplo. Bueno, al menos no legalmente. Porque, aquí entre nosotros, cuando cocino en casa uso cuchillos de chef y deshuesadores, para cortar el pollo o la carne, lo cual exige cierta destreza visual. He contado con el deseo y la capacidad de aprender a hacer ciertas tareas de manera diferente. Escribo mis propios artículos y libros utilizando un programa especial de computadora; produzco el programa de radio donde colaboro utilizando recursos que encuentro en internet; estudio con audios y escucho libros para mi trabajo como coach; diseño mi página web y mis posts de Instagram, apoyándome en personas que si pueden ver para seleccionar colores y gráficos.
Este tipo de condición es considerada por muchas personas una imperfección o una anormalidad. Pero, como todo en la vida, esta calificación depende de la perspectiva con la que se le analice. Lo fundamental es que nuestra autoestima no sufra o se deteriore, porque tengamos algún “defecto”.
Todos tenemos “defectos” o limitaciones. Como seres humanos estamos provistos de una gran cantidad de talentos y habilidades… y otras áreas que… bueno, no se nos dan. No todos pueden cantar afinadamente, o tener talento para los negocios como Mark Zuckerberg o Carlos Slim. No todos son tan apuestos como Leonardo Di Caprio o tan simpáticas como Daniela Barranco o Charitín.
Pero lo cierto es que todos tenemos algún talento. Más aún: todos tenemos una combinación única, irrepetible de:
- Talentos (dones naturales),
- Habilidades (destrezas aprendidas) y
- Experiencias (aplicaciones de nuestros talentos y habilidades).
Y fíjate que las “experiencias” no tienen calificativos. Tantos los éxitos como los fracasos son valiosos porque nos proveen de referencias para transformarnos y ser más felices en lo que nos resta de vida.
Hacernos conscientes, es decir, darnos cuenta objetivamente de cuáles son nuestros dones y cuales nuestras debilidades, o áreas de mejora, es un paso sumamente importante para desarrollar nuestra autoestima. Más no es el primer paso.
Tómate unos segundos para reflexionar: ¿Cuál es el primer paso para desarrollar una sana autoestima? Te invito a hacer una pausa en tu lectura y dedica un minuto a pensar sobre la respuesta.
¿Tienes tu respuesta? Muy bien. Te voy a dar mi opinión y luego tú decides si estás de acuerdo o no. En mi humilde opinión el primer paso para desarrollar una sana autoestima es agradecer que simplemente eres como eres. ¿Fácil cierto?
Te propongo valorarte sin juicios, sin auto flagelarte porque no tienes el físico de estrella de Hollywood, el carisma de un líder espiritual o de tu “influencer” favorito… o cualquier atributo que consideres ideal o perfecto.
Esta gratitud por ser, esta autovaloración de tu vida es lo que le permite a personas como yo, y a todo el que se dé cuenta de ello, a continuar disfrutando de la vida, creciendo a nivel personal, profesional y espiritual, a pesar de las imperfecciones.
Los seres humanos tenemos la capacidad de cambiar nuestros pensamientos, nuestras conductas, aprender nuevas habilidades, fortalecer nuestros talentos, dar lo que tenemos y lo que somos a voluntad.
Aún cuando no estemos conformes con lo que somos podemos amarnos y aceptarnos, porque tenemos la capacidad, si la activamos, de convertirnos en lo que nos propongamos convertirnos con base en nuestros talentos, habilidades y experiencias.
De eso se trata la autoestima. Comienza por amarte por ser, por estar vivo. Agradece la oportunidad de experimentar el mundo con tus sentidos, de utilizar tu cerebro, tu mente para aprender y compartir. Compartir es conectarte con otros seres humanos, a través del amor de familia, de pareja, la amistad, el servicio profesional o voluntario, la caridad. Hay tantas formas. Tú escoges y decides cual o cuales son las mejores para ti.
Auto valórate. Comienza dando el ejemplo al resto del mundo de lo importante que eres, de lo mucho que puedes aportar a otros, de todo lo que mereces recibir a cambio, que no necesariamente es material, sino más bien una energía infinita, todopoderosa y absolutamente normal y a la vez especial. La energía del amor.
Una vez aprendas a amarte a ti mismo, a reconocer que teniendo vida y compromiso de cambio vas a lograr transformarte en una versión mejorada de ti mismo, entonces comienza a identificar los talentos, habilidades y experiencias con las que ya cuentas para alcanzar tus propósitos en la vida.
Disponte a continuar desarrollándote, mejorando tu autoestima. Siendo cada vez más tú.