Los niños deben hallar su propia manera de hacer las cosas, deben otorgarle sentido a su mundo e ir creando su eje de valores.
Cuando los niños se acostumbran a pensar, a cuestionar la realidad y a buscar soluciones por sí mismos, comienzan a confiar en sus capacidades y enfrentan la vida con mayor seguridad y menos temores. Incrementando su autoestima y sintiéndose a gusto consigo mismos y con el entorno. Capaces y merecedores de los beneficios que la vida ofrece.
Si en lugar de darles verdades absolutas les planteamos desafíos para que piensen, y cuestionen, estaremos fomentando sus capacidades para prestar atención, reflexionar o recapacitar y tomar decisiones. Si enseñamos a los niños a aceptar sin pensar, esa información no generará un cambio significativo en su cerebro. No lo preparará para analizar, estudiar las situaciones y elegir con conciencia.
La autodeterminación es la garantía por excelencia, si queremos ser protagonistas de nuestras vidas. Con certeza nos equivocaremos en muchas de nuestras elecciones, pero aprenderemos del error y seguiremos adelante, engrandeciendo y actualizando nuestro equipo de herramientas para la vida.
Cuando reflexionamos sobre nuestras opciones para solucionar un problema o intentamos comprender en qué fallamos se promueve una reestructuración en nuestro interior que da lugar al crecimiento.
Muchas de las teorías sobre la motivación humana, se sustentan sobre una tendencia básica: Las personas solemos responder ante refuerzos positivos y negativos, premios y castigos, y solemos analizar qué nos interesa más.
Sin embargo, parece que este estilo de motivación tradicional va quedando cada vez más obsoleto. Una serie de experimentos desarrollados en la década de 1970 en la Universidad de Rochester nos brinda algunas señales. Estos psicólogos trabajaron con diferentes grupos de personas y descubrieron que las recompensas pueden mejorar hasta cierto punto la motivación y la eficacia cuando se trata de tareas repetitivas y aburridas pero pueden llegar a ser contraproducentes cuando se trata de lidiar con problemas que demandan la reflexión y el pensamiento creativo.
Sorprendentemente, las personas que no recibían premios externos obtenían mejores resultados en la resolución de problemas complejos. De hecho, en algunos casos esas recompensas hacían que las personas buscaran atajos y asumieran comportamientos poco éticos ya que el objetivo dejaba de ser solucionar el problema, para convertirse en obtener la recompensa.
Junto con Richard M. Ryan, el psicólogo Edward L. Deci elaboró muchos años después la Teoría de la Autodeterminación (“Self-determination Theory”, llamada también por sus siglas SDT). Se basa en el principio siguiente: todos los seres humanos tenemos tres necesidades psicológicas innatas, no aprendidas, y cuando esas necesidades están satisfechas, estamos motivados y somos productivos y felices. En consecuencia, para motivar a los niños y demás personas, a que den lo mejor de sí, no es necesario recurrir a recompensas externas sino tan solo brindar un entorno adecuado que cumpla con estos tres requisitos:
- Competencia: Buscamos controlar lo que hacemos, experimentar el dominio de nuestras habilidades. Sentir que tenemos cierto grado de competencia, de manera que la tarea no genere una frustración y una ansiedad exageradas.
- Autonomía: Buscamos ser los directores de nuestra propia vida. Disfrutar de cierto grado de autonomía, de manera que podamos buscar nuevas soluciones e implementarlas, sintiendo que tenemos el control.
Relaciones: Buscamos interactuar, estar conectados y preocuparnos por los demás. Mantener una interacción con los demás, para sentirnos apoyados y conectados.
Los seres humanos pueden ser proactivos y comprometidos o, alternativamente, pasivos y alienados, en gran medida como una función de las condiciones sociales en las cuales ellos se desarrollan y funcionan. En este sentido, la investigación guiada por la teoría de la autodeterminación se ha focalizado sobre las condiciones del contexto social que facilitan versus las que previenen los procesos naturales de la auto-motivación y el desarrollo psicológico saludable. Específicamente, se han examinado factores que amplían versus aquellos que reducen la motivación intrínseca, la autorregulación, y el bienestar.
La mencionada teoría concluye, que para motivar a niños, adolescentes y adultos a que den lo mejor de sí mismos, más que tratar de motivarles directamente (premio – castigo), lo que debemos hacer es crear el entorno adecuado para que puedan satisfacer y reforzar esas necesidades naturales (competencia-autonomía-relaciones).