La mente es real y absolutamente poderosa, dada su facultad de crear. Su lado luminoso nos permite crecer y lograr nuestras metas. Por su parte; el lado oscuro destruye, distorsiona la realidad y en consecuencia nos traiciona, al convertirse en nuestro enemigo.
En efecto, en muchísimas ocasiones nuestro pensamiento atenta contra nosotros, dado que la forma de percibir y de razonar sobre la realidad, sufre distorsiones. Estas se deben a la ansiedad, los miedos conscientes e inconscientes, el apego, la ira, la rabia, la frustración, la tristeza o alguna emoción intensa que invade la consciencia. Además, se origina cuando permanecemos demasiado tiempo en el pasado o en el futuro. De allí que el estado ideal es permanecer el mayor tiempo posible en el presente. En el aquí y en el ahora.
El peligro nos acecha cuando estos patrones se vuelven hábitos y se repiten mecánicamente. De allí la importancia de revisar de manera constante n uestro diálogo interno, para conocer que nos estamos diciendo a diario y de manera repetida. Con certeza, los pensamientos descontrolados, distorsionados y negativos, pueden hacernos dudar de quiénes somos y alejarnos de lo que realmente deseamos y merecemos.
Nos gusta pensar que somos seres racionales, capaces de tomar las decisiones de una forma justa y matemática. Sin embargo, en la gran mayoría de las ocasiones, eso no sucede así. Conocer las trampas de la mente, hace que sea más fácil conocernos a nosotros mismos.
La mente, siempre está pensando, siempre está creando pensamientos. La ansiedad y el stress por su parte, ocasionan graves problemas en la vida diaria, con efectos dañinos sobre la salud física y mental.
1. Meditación.
La meditación definitivamente es la práctica ideal para calmar la mente y en consecuencia disminuir la ansiedad y relajar el cuerpo. La puedes realizar a cualquier hora del día, preferiblemente al levantarte por las mañanas, requiere un espacio tranquilo para sentarse, donde nadie te moleste hasta que termines. Es importante evitar las distracciones para que logres tranquilizar tu mente.
Siéntate en una superficie plana y cómoda como el suelo o una silla que te mantenga la espalda derecha y erguida. Evita meditar sobre la cama, ya que podrías quedarte dormida. Inhala lentamente a través de tu nariz y exhala a través de tu boca. Enfócate en tu respiración. Con seguridad, con por lo menos 15 minutos diarios, lograrás grandes beneficios.
2. Ejercicios de respiración.
Uno de los métodos de relajación más recomendado, es la respiración profunda. Estos ejercicios se pueden llevar a cabo en cualquier momento cuando se presente la ansiedad y los nervios. La respiración profunda involucra, preferiblemente, sentarse derecho en una silla o recostarse sobre una superficie plana. Una mano deberá estar en el pecho y la otra sobre el abdomen. Cuando inhales, la mano que se encuentra sobre el abdomen deberá elevarse de manera significante mientras que la mano que se encuentra en el pecho deberá elevarse solo un poco. Su finalidad es para asegurarte que tu respiración venga del diafragma, en vez de tomar alientos vacíos desde tu pecho. Tómate unos minutos para tranquilizar tu mente y enfocarte sólo en tu respiración. Inhala lentamente a través de tu nariz y exhala lentamente a través de tu boca. En unos momentos, deberás sentirte más relajada y lista para continuar con tu día.
3. Relajación progresiva de todo tu cuerpo.
La relajación progresiva de los músculos del cuerpo, es una muy buena técnica para aliviar la ansiedad. Esta técnica involucra aflojar los grupos musculares en el cuerpo, comenzando por los dedos de los pies, hasta llegar a nuestra cabeza. Acuéstate de ser posible sobre una superficie plana en un área tranquila. Quítate los zapatos y afloja cualquier tipo de prenda restrictiva. La relajación progresiva de los músculos no sólo te ayudará a liberar la tensión muscular, sino también a ubicar donde se encuentra concentrada y podrás relajarte. En esta técnica podrás usar música apropiada para el proceso.