Empezaré este artículo con la historia de una de mis pacientes.
Ella una mujer que amaba mucho a su pareja, se derrumbó cuando su pareja la esperó con las maletas hechas, sentado en la sala del apartamento que habían decorado juntos y donde había acumulado grandes recuerdos durante 5 años, le dijo justo al entrar a la casa:
-“Estaba esperándote para despedirme. No me llevo más que mis cosas; Hace mucho que no soy feliz y quiero agradecerte de frente todo lo que hemos compartido.”-
Susan (Cambié el nombre real para conservar la privacidad de la historia) rompió su postura elegante de siempre y buscó con la mano derecha un lugar para poder sentarse. El mundo se abría bajo sus pies y la garganta se le cerraba.
Estaba tratando de ensamblar las palabras de Rubén mientras buscaba en el pasado alguna razón para entender la decisión de su pareja. Se llevó una mano a la boca y otra al vientre.
–“¿De qué me hablas?… ¿Me dejas por otra?…¿Qué está pasando aquí?”- Rubén se acercó a ella que palidecía. La tomó de los hombros y buscó su frente para darle un beso de despedida.
-“Eres una gran mujer. Te quiero, pero ya no soy feliz. Me marcho, después hablamos. Por favor sólo no discutamos hoy, déjame marcharme y platicamos después; No se trata de ti, ni de otra mujer. Simplemente yo no soy feliz”-
Y antes de que Susan pudiera reaccionar, Rubén tomó su maleta y salió del apartamento. Susan rompió en llanto.
Al día siguiente ella vino conmigo, buscando terapia de pareja para ambos.
Rubén y Susan formaron pareja cuando ambos estaban realizando sus vidas profesionales, no tuvieron hijos porque tenían mucha vida social.
La razón por la que Rubén había decidido marcharse, era real; a Susan le tomó tiempo entender que ella no había cometido ningún error, ni su relación había fracasado por culpa de alguien más. La confundía más que Rubén decía quererla, y ella no encontraba razones que justificaran su decisión.
En general, los seres humanos formamos pareja haciendo “click” con las carencias del otro, estamos habituados a vivir una montaña rusa de emociones que “condimenten” nuestra relación. Pero no sabemos qué hacer cuando no hay drama.
Ella necesitaba que fuera “culpa de alguien” porque todo en su vida parecía en orden.
Susan esperaba que la terapia de pareja pudiera encontrar el problema y resolverlo también. Si no era nadie (una tercera persona) debía haber algo más, que pudiera solucionarse con ayuda.
Todo parecía estar bien, entonces, ¿Qué fue lo que pasó?
Al comenzar su relación, ellos eran personas diferentes a las que eran en la actualidad. Digamos que fue algo similar a lo que ocurre cuando un estudiante egresa de la educación elemental y elige una formación profesional, en mi país le decimos “Carrera Profesional”. Regularmente somos tan jóvenes, que elegimos lo que creemos o pensamos que queremos, pero conforme nos integramos a la vida “adulta” modificamos gustos, conductas, carácter, deseos y cambiamos la dirección de nuestra vida.
Lo mismo ocurrió en la relación de Rubén y Susan.
Lo que fue, dejó de SER.
No había nada que salvar, porque tampoco había nada que reparar.
Separarse era lo mejor. Rubén había decidido hacerlo de la forma menos dolorosa, porque no había nada que arreglar, a quien culpar o que reclamar.
Muchas parejas conservan la relación de pareja porque consideran que el amor es sacrificio.
En el sacrificio no hay amor. Todo lo que somos capaces de dar, es un acto de amor.
Vivir en pareja debe ser una DECISIÓN amorosa.
Las parejas que regresan a los viejos amores, muchas veces no lo hacen por amor, sino porque no han asumido que ya NO ES. La persona que inició la relación era una diferente a la que ES HOY. Ambos son otras personas.
Si quieres ponerte en contacto conmigo, puedes localizarme a través de ms de whats app.
Abrazo, Shala Múgica
Coach en Reprogramación emocional