Mi esposo y yo decidimos tomar unos días de vacaciones. Tratamos de hacerlo cada cierto tiempo para renovar energías pasando tiempo juntos. Veníamos caminando por la orilla de la playa, con nuestro hijo en su silla de ruedas especial para caminar sobre la arena. Les quiero contar lo que me ocurrió.
Me levanté a las 7:00 am con el deseo de vestirme e irme a ver el amanecer a la playa, mi esposo se había levantado más temprano que yo y había cerrado la puerta del cuarto para que yo pudiese seguir durmiendo y estaba atendiendo a nuestro hijo. Nosotros tenemos un hijo de 27 años de edad. Se llama Fabrizio. Fafa, como le decimos por cariño, tiene parálisis cerebral.
Ya les he comentado en reflexiones anteriores sobre la importancia de disfrutar la vida
Para nosotros es realmente difícil irnos de vacaciones con Fafa, lo hacemos 3 veces al año y siempre mantenemos la firme esperanza de que cada vez será más fácil y mejor, ya que él es muy sensible y los cambios en su rutina le provoca vómitos de origen nervioso, pero este año se ha complicado un poco más por la flema que le produce el cambio de estación. Así que, cuando vi a mi esposo atendiendo a mi hijo, eché por la borda mi plan de irme a caminar por la playa sola y ver el amanecer, y decidí quedarme a ayudarlo y esperar a que los tres estuviésemos listos.
Es bueno comentarles que para mí es un desafío irme a caminar sola, quise que viniéramos aquí, a la orilla del mar, para poder recorrer la playa, porque soy bastante temerosa y tengo el propósito de ser valiente de nuevo, de salir sola y de caminar sin la protección que me inspira la compañía de mi esposo. Así que bien temprano me dije a mi misma: “Tú puedes Marisbelia, hazlo hoy”. Pero al ver la circunstancia decidí hacer mi parte y esperar a mi familia, que por primera vez también, mi esposo se animó a que camináramos juntos.
Mientras caminábamos iba maravillada por las enormes y hermosas casas que estaban a la orilla del mar, pero de repente me di cuenta que tenía la inmensidad del mar a mi izquierda y que yo estaba ignorándolo por la seducción de aquellas casas, así que me dije a mí misma: “Estás aquí para disfrutar el mar y hoy tengo la oportunidad de hacerlo, estoy aquí y quiero disfrutarlo”. Así que dirigí mi mirada y todos mis sentidos hacia el mar: vi sus colores, sus sonidos, sus movimientos, estaba encantaba por ese maravilloso mundo que estaba frente a mí y, repentina e inesperadamente tenía delante de mis ojos unos delfines.
¡Si, delfines! Mis delfines amados que me comunican con Dios, y que llegaron a mí con el mensaje de Dios de disfrutar la vida, el estar presente en meditación activa contemplando todo lo que nos rodea, disfrutando al cien por ciento las maravillas que Dios ha creado para nosotros, para que podamos disfrutar nuestra vida.
Enseguida le comuniqué a mi esposo y a mi hijo que allí estaban mis delfines… le pedí a Roberto detenernos a observarlos y nos quedamos quietos, me quedé callada en profundo éxtasis… disfrutando, observándolos, conectada con el amor que está dentro de mi corazón, conectada con el agradecimiento profundo de darme cuenta lo que significo yo para Dios, al entender profundamente que Él me estaba hablando en la playa, a través de sus creaciones, una vez más.
Mi esposo NO se conectó con mi alegría y, sin embargo, lo importante para mí, fue el haber podido apreciar su respeto hacia mi experiencia. Pero lo más bello y profundo fue darme cuenta después de esta vivencia, que lo dejé SER, le permití SER ÉL, y pude confirmar que ya no dependo de él, ya soy libre para permitirle que sienta y reaccione como quiera, desde su punto de vista, que es la experiencia que la vida le ha dado como un ser único.
Me siento muy feliz y agradecida porque hoy puedo respetarlo y eso es un gran logro para mí.
Así que ahora, escribiendo esto, me doy cuenta que la libertad no es sólo para mí, el beneficio de decirme a mí misma que fui codependiente emocional, es para los dos, yo estoy superando mi dependencia hacia él y la condenación que trae el juicio, él es libre, ya no debe sentir ese mal-estar que le proporcionaban mis juicios y mis opiniones porque yo pretendía controlar también su forma de ser.
Así que me concentré en mi estado de plenitud interior, observando mis delfines, fui feliz viéndolos moverse suave y lentamente, viajaban en línea recta, subían y bajaban, espaciosamente, disfrutando en una armonía y sincronía perfecta, en una danza sagrada, pulcra, ejemplificando la calma, sentía que me decían:
“Baja el ritmo Marisbelia, baja el ritmo de tu día a día. Simplifícate. Disfruta… disfruta con Roberto esta preciosa danza de la vida… Disfrútalo.”
Escuche a Dios en mi corazón y creo que me dio mi nuevo reto:
Disfruta a tu pareja.
Baila en sincronía perfecta con él…
Disfrútalo suavemente. No hay tiempo que perder.
Así que hoy pido por sus oraciones.
Siempre las necesito en esta aventura de vivir la vida de adentro hacia afuera.
Las amo,
Marisbelia Tomodo.
Autora del libro: “Autoestima. Búsqueda Interior”.