Con las nuevas herramientas de comunicación que hoy nos ofrece la tecnología, como Skype, Facebook, Whatsapp, Line, etc, se abre la posibilidad a tomar contacto continuo con personas que quizás no viven en nuestra misma ciudad o país, como la oportunidad de conocer a alguien que nos gusta y formar una relación de pareja a distancia. De mi grupo de amigos y amigas, hay algunos que, con más o menos lejanía geográfica, tienen a su novio o novia viviendo en otro sitio.
Que haya distancia física no significa que haya distancia sentimental. A veces las personas podemos estar a miles de kilómetros, y sin embargo en una conversación podemos sentirnos muy cerca, casi compartiendo un abrazo. Como también sucede, que estando en el mismo lugar o incluso compartiendo la misma casa, la separación entre los corazones sea tal que el vínculo se hace frío, distante, indiferente; que aun estando en presencia directa de la pareja, nos sentimos solos.
Para una relación a distancia, como para los que están en el mismo sitio, creo que lo esencial es que ambos tengan la intención amorosa y genuina de estar juntos, como compañeros de vida, compartiendo y aprendiendo.
Es importante que ambas personas estén claras, decididas y dispuestas a iniciar este tipo de vínculo, que es diferente a lo que por tradición, experiencias pasadas o desde el hogar, conocemos de un vínculo de pareja; habrá que revisar hábitos de relación, costumbres de la personalidad y formas de comunicación, entendiendo que ninguna pareja es igual a otra, y que cada una tiene sus propios códigos.
Además requiere de cierta madurez emocional para ser capaces de persistir cuando el miedo a lo nuevo aparezca, elegir la confianza, desprenderse de algunas ilusiones que pertenecen a la etapa del enamoramiento y trabajar las diferencias (que las habrá), evitando así proyectar las inseguridades y que el vínculo se vuelva tóxico.
También hay otro factor que influye a la hora de sostener relaciones a distancia, y es el contacto físico; no me refiero sólo al encuentro sexual, sino también a la caricia, al abrazo, el mirarse a los ojos, el tacto piel con piel. Esto tiene que ver con nuestra parte más animal, más biológica e instintiva, que es sentir el calor humano. Y creo que no podemos negarlo, más allá de la unión intelectual o intimidad emocional que podamos tener en la relación con el otro, pues el tacto es el primer sentido que desarrollamos en el útero, nos hace sensibles tanto al placer como al dolor, y sin el desapareceríamos como especie. Un beso, despierta sensaciones únicas. Teniendo en cuenta este factor, la decisión mutua de reunirse físicamente también está presente y por supuesto el desafío de ser más creativos pues habrá que descubrir y crear otras maneras de encuentro.
La existencia de proyectos y metas en común suma y fortalece el vínculo; aquí llega la hora del acuerdo y la negociación entre ¨lo que quiero yo, lo que queréis vos, y lo que queremos para nosotros¨, sacando a la luz las expectativas y condiciones de cada uno.
Más allá de estos aspectos constructivos, surgen algunas preguntas ¿Podemos ser realmente nosotros mismos, auténticos emocionalmente, con nuestra pareja cuando sólo tomamos contacto a través de una computadora o un teléfono? ¿Estamos atentos a no caer en la tendencia de mostrar sólo los aspectos que consideramos positivos de nuestra personalidad? ¿Qué sucede cuando se apaga la computadora o terminamos la llamada? ¿Puede haber realmente intimidad?
Amores a distancia ¿posibles o imposibles? Yo estuve de ambos lados.