La depresión infantil y la autoestima
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta tanto a niños como a adultos. Sin embargo, en el caso de los niños, si tenemos en cuenta la falta de madurez emocional y la falta de recursos para manejar sus propias emociones, comprenderemos que este trastorno puede afectar en gran medida su sano desarrollo. Conlleva un cambio persistente en la conducta del niño impidiéndole disfrutar de los placeres cotidianos
La prevalencia de la depresión infantil es similar a la de la depresión en los adultos. La depresión es un problema creciente en las sociedades desarrolladas y también afecta al mundo de los niños.
Muchos autores citan la pérdida de autoestima como desencadenante principal de la depresión. Un niño con baja autoestima desprecia sus aptitudes, tiene miedo a relacionarse, pues siente que no será aceptado, no tiene iniciativas y necesita la guía de otros, tiene miedo a asumir nuevos retos, tiene miedo a asumir responsabilidades, es dependiente de aquellas personas que considera superiores y se deja influir, tiene poca tolerancia a la frustración, se pone a la defensiva fácilmente y muestra estrechez de emociones y sentimientos.
Síntomas de la depresión infantil:
- Emocionales: Tristeza, apatía, ausencia de interés, irritabilidad, ansiedad, agitación, llanto frecuente.
- Motores: Lentitud, hiperactividad (patrón de conducta persistente de falta de atención e impulsividad inapropiadas para el grado de desarrollo del niño, acompañadas o no de hiperactividad), inexpresividad.
- Cognitivos: Desesperanza, sentimiento de culpa, baja autoestima (frases negativas sobre sí mismo).
- Sociales: Retraimiento.
- Conductuales: Rabietas, indisciplina (no acepta prohibiciones sin motivación, hace como si no hubiera entendido, muestra que él toma la contrapartida de la orden recibida para hacer entender que está decidido a mandar), quejas.
- Psicosomáticos: Enuresis (paso involuntario de orina durante la noche, en ausencia de lesiones que justifiquen tal descontrol), dolores, pesadillas, cambios de sueño (insomnio por la noche y, a veces, hipersomnia durante el día) y de apetito (generalmente pérdida, a veces el caso opuesto), fatiga (sin energía, sobre todo por la mañana). Alrededor de los tres años son más comunes la enuresis y los problemas psicosomáticos. A partir de los seis años son característicos los problemas de conducta.
Algunas causas:
El niño no se siente querido por su familia y esto lo generaliza a los demás. En algunos casos esta sensación responde a un sentimiento real (por ejemplo, los padres expresan que no cumple sus expectativas), mientras que en otras no es así, a pesar de que el pequeño así lo entienda. La falta de alabanzas o gratificaciones por parte de los padres, una relación inadecuada del niño con la madre durante el primer año de vida, unos padres depresivos, un sentimiento de fracaso continuado ante la solución de problemas, pérdida de uno de los padres, por fallecimiento, separación matrimonial o abandono, historia familiar de enfermedad depresiva o suicidio, padres muy perfeccionistas, estar sometidos a un estilo educativo excesivamente estricto, dificultades en la interacción con otros niños o conductas agresivas de éstos hacia el (por ejemplo bullying), problemas físicos, entre otras.
Existe una interacción de distintas variables, tanto de carácter biológico como social, que están presentes en la aparición de la depresión infantil. Sin embargo, es necesaria la existencia de una vulnerabilidad personal, familiar y ambiental que facilite el desarrollo del trastorno.