Descubre si tu hijo sufre de trastorno oposicionista desafiante (TOD)
Podríamos calificar como generalizadas, encontrar algunas conductas desafiantes o de oposición a lo largo del ciclo evolutivo “normal” de cualquier niño. Sin embargo, hay un grupo de niños en los que esta conducta es perseverante en el tiempo y presenta una magnitud o forma, que no se corresponde con su edad o ámbito cultural.
No se trata de un trastorno más, sino uno de los problemas de conducta más serios en niños. De no abordarse de forma rigurosa y eficaz, condena a quien lo sufre a una probable cadena de problemas sociales, legales y de marginación.
¿Qué es el trastorno de conducta oposicionista y desafiante?
Es un trastorno conductual que normalmente se diagnostica en la niñez y que se caracteriza por conductas no cooperativas, desafiantes, negativas, irritables y fastidiosas hacia los padres, compañeros, maestros y otras figuras de autoridad. La angustia y la preocupación que los niños y adolescentes con dicho trastorno, provocan en los demás, son mayores que las que ellos mismos experimentan.
La conducta de oposición puede tomar diferentes formas, desde la pasividad exagerada; no obedecer sistemáticamente, mostrándose pasivo o inactivo. A sus formas más extremas, es decir, verbalizaciones negativas, insultos, hostilidad o resistencia física con agresividad hacia las figuras de autoridad, ya sean los propios padres, familiares, maestros o educadores.
¿Cuáles son los síntomas?
La mayoría de los síntomas observados en niños y adolescentes con este trastorno, también ocurren a veces en niños que no lo padecen, especialmente alrededor de los 2 ó 3 años de edad o durante la adolescencia. Muchos niños, principalmente cuando están cansados, con hambre o disgustados, tienden a desobedecer, discutir con sus padres y desafiar su autoridad. Sin embargo, en los niños y adolescentes que padecen el trastorno de conducta oposicionista y desafiante, estos síntomas se presentan en forma más frecuente e interfieren con el aprendizaje, la adaptación en la escuela y, algunas veces, con las relaciones personales del adolescente.
Síntomas:
Rabietas frecuentes. Discusiones excesivas con los adultos. Negativa a acceder a las solicitudes de los adultos. Cuestionamiento constante de las reglas; negativa a obedecerlas. Conducta dirigida a molestar o enojar a los demás, incluidos los adultos. Intentos de culpar a otras personas por su mala conducta o errores. Facilidad para enojarse con otros. Actitud de enojo frecuente, Vocabulario desagradable o poco amable. Actitud vengativa.
Los síntomas antes enumerados, suelen ser más evidentes en las interacciones con personas a quienes el niño o adolescente conocen bien; por lo que pueden no manifestarse durante la exploración clínica. Por otra parte, quienes lo padecen justifican su comportamiento como una respuesta a exigencias o circunstancias externas no razonables.
¿Cuáles son las causas del trastorno de conducta oposicionista y desafiante?
Aún se desconoce la causa exacta de este trastorno, pero existen dos teorías principales:
- La teoría del desarrollo. Sugiere que los problemas comienzan alrededor de los dos años de edad. Se asocia a la dificultad de los niños para volverse autónomos, lo que los lleva a ser dependientes y excesivamente demandantes de la persona o personas que se constituyen como su referencia emocional. Ven a los demás como prolongaciones de sí mismos, lo que implica que estos deben actuar y funcionar hacia la gratificación de lo que el niño quiere y al no producirse, se disparan las actitudes negativas. El niño se desarrolla con una distorsión importante vinculada a los conceptos de “Autonomía”, “Independencia” e “Individualidad”.
- La teoría del aprendizaje. Sostiene que el trastorno se origina en actitudes aprendidas, que reflejan los efectos de las técnicas de refuerzo negativo empleadas por los padres y figuras de autoridad. El empleo de refuerzos negativos por parte de los padres incrementa la frecuencia y la intensidad de este tipo de conducta en el adolescente, quien de este modo logra la atención, el tiempo, la preocupación y la interacción que desea obtener de los padres o las figuras de autoridad.
El tratamiento específico para el trastorno de la conducta oposicionista y desafiante será determinado por el médico de tu hijo, basándose en: la edad, su estado general de salud y antecedentes médicos, gravedad de los síntomas, tolerancia a terapias o medicamentos y las expectativas para la evolución del trastorno, entre otras variables.