Durante mucho tiempo el mundo material ha sido separado de lo que llaman el mundo espiritual. Las personas tenían que decidir si querían ser espirituales o prósperas. Algunas religiones han promovido equivocadamente conceptos sobre que ser rico no te lleva al «cielo». Por el contrario yo creo que Dios nos quiere abundantes, plenos. Sólo basta mirar la naturaleza para darnos cuenta de la riqueza que hay. ¿Quieres experimentar prosperidad y espiritualidad? Te cuento en este artículo cómo he aprendido a lograrlo.
Dios es fuente de suministro inagotable
Cuando te paras en frente de una playa y ves la inmensidad del mar, ¿te das cuenta de toda la riqueza que hay? Lo mismo si observas la orilla, ¿podríamos acaso contar los granos de arena? ¡Imposible, casi podríamos decir que son infinitos!. Creo que Dios trataba de darnos un mensaje con eso. Me imagino a Dios diciéndonos: Hay más que suficiente, para todos; mereces disfrutar de todo lo bueno de la vida. Y así muchos mensajes más sobre la abundancia que está dispuesta para nosotros. Dios quiere que vivamos una buena vida en este hermoso planeta.
Sin embargo no todos lo experimentamos de esa manera. Hay muchas personas en lucha, en carencia, sobreviviendo. ¿Por qué? Ciertamente hay un problema social en cuanto a la distribución de los recursos. Pero el enfoque que quiero darle a este tema es más bien individual. Creo que en muchos casos la raíz está en lo vivido y aprendido en nuestra niñez. Estas experiencias se convierten en pensamientos que luego crean nuestra realidad.
Mi experiencia sobre Dios y la abundancia
Vengo de una familia en la que sus inicios estuvieron llenos de dificultades financieras. Hubo momentos en casa donde no teníamos ni siquiera para lo básico, para alimentarnos.
En medio de tantas dificultades, mi madre nos inculcó esa conexión con Dios. Teníamos carencias y también esperanza. Por otra parte, siempre fui una buscadora. Quería entender por qué a unos les tocaba vivir pobreza y dificultades mientras otros tenían una vida de abundancia.
Al crecer entré en mayor conexión con el mundo espiritual, revisando algunas ideas que había aprendido en la religión. Así, cambié la idea que tenía de Dios. Dejé de mirarlo como un padre severo y castigador para sentirlo como un(a) padre/madre amoroso(a) que quiere lo mejor para mí.
También descubrí que una chispa de Dios se encuentra en mí, por tanto tengo un poder para crear y manifestar lo que quiero en mi vida. Aprendí que Dios y yo co-creamos todas mis experiencias y mi mundo material.
Otra cosa muy importante, es que aprendí que el dinero es inocente y bueno. En mi niñez había oído que el dinero era la fuente del mal. Decidí cambiar éste y muchos otros pensamientos que limitaban mi posibilidad de prosperar.
Mi mundo material es una expresión del amor de Dios
De esta manera, mi relación con Dios se volvió mucho más íntima. Esa Inteligencia Infinita se convirtió en mi gran aliada y socia en cada negocio o trabajo que emprendía. Y también se volvió mi proveedor de todo cuanto requiero.
Es la certeza de que Dios me ama, provee y siempre está conmigo; la que me tranquiliza en momentos turbulentos. A partir de esta sensación puedo usar mis talentos y todos los recursos que tengo para conseguir formas de generar ingresos.
He aprendido que al unirme y conectarme con Dios aflora una creatividad y fuerza que me ayudan a encontrar salidas y formas de conseguir lo que quiero.
En conclusión, he tenido la experiencia que mi mundo material se enriquece mientras estoy más en sintonía con la Divinidad.
Una interpretación errada sobre el mundo material
La Biblia, que es un libro trascendental para nuestra cultura, ha sido una referencia en cuanto al mundo espiritual y al mundo material. Sin embargo bien sea que haya sido intencionalmente o no, hay errores en la interpretación de algunos de sus escritos.
Por ejemplo, esa frase de que “primero pasa un camello por el ojo de una aguja que un rico al reino de los cielos” se refería a lo siguiente: El ojo de una aguja era el nombre que se les daba a las entradas a los poblados. Estos orificios eran estrechos y en la parte de arriba, tenían forma de aguja. Un camello que venía de otros lugares con cargas puestas a los lados de su joroba no podía pasar directamente. Entonces para que ellos entraran al pueblo, debían retirarle sus alforjas. Así mismo, las personas, debían agacharse para poder pasar por esa entrada. Bajar la cabeza entonces podría verse como un acto de sumisión. Por ello, las personas arrogantes, que no querían bajar la cabeza no podían entrar por allí.
Entonces durante milenios se pensó que ser rico impedía estar conectado a Dios, mientras que el origen de esta frase es metafórico y está basado más en la sencillez o humildad que en tener riqueza o no. Es decir, se puede ser rico y sencillo o rico y arrogante. También puedes estar financieramente limitado y aun así ser arrogante.
Un escrito que conecta mi mundo material con la Divinidad
Te regalo esta hermosa oración, me llegó hace muchos años y desde entonces ha sido mi inspiración y meta.
«Que yo pueda hacer a Dios mi socio en cada pensamiento que tenga, en cada palabra que diga, en cada proyecto que lleve a cabo y en cada acción que ejerza. Amén».