Estando nuestro Andrés Ignacio vivo, prácticamente recién nacido, empezamos a planificar nuestras vacaciones. Yo estaba de reposo post natal y mi esposo estaría libre de compromisos laborales desde finales de diciembre hasta mediados de enero. Decidimos en ese momento, pasar 10 días en la isla de Margarita.
Recuerdo que fue un 21 de octubre cuando se compraron los 4 pasajes para Porlamar. JAMÁS nos imaginamos que sucedería, lo que pasó. El viaje estaba pautado para el 10 de enero. Una vez fallecido el #GranAndrés y llegado el mes de enero, conversamos acerca de irnos como estaba planeado o quedarnos en casa. Después de analizar el tema, optamos por emprender el viaje.
Exactamente 22 días después de la partida de Andrés, nos fuimos. Lo hicimos porque sentíamos la necesidad de reencontrarnos como familia. Nuestro ángel ya no estaba, no podíamos seguir en la oscuridad, al contrario, teníamos que buscar la luz y desde el cielo mi hijo brillaba y seguirá brillando por siempre. Estuvimos 42 días de agonía, donde prácticamente no vimos ni compartimos con nuestro hijo mayor. Aunque “encuevarse” es lo que prevalece en estos casos. También es cierto que el mundo exterior continuaba.
Lloré, lloré mucho haciendo las maletas porque mi Chocolate iba a ir con nosotros. La mañana del domingo 10 de enero, con el corazón destrozado, bajamos al aeropuerto, una vez en el counter de la aerolínea realizamos el Check-in del vuelo #302 con destino a Porlamar. El muchacho que nos atendió nos pidió los boarding pass y documentos de identificación, verificó en el sistema y dijo: “Son 4 pasajeros, verdad?”, con la voz entrecortada le dije: “NO. Somos sólo 3”. Pero en el sistema me aparece que lleva a un bebé, dijo. “Ya no va a viajar, sólo somos nosotros”, le respondí y comencé a llorar desconsoladamente.
Al hermano mayor le fascinan los aviones. Mi #SúperDiego estaba feliz porque iba a subir hasta el cielo e iba a poder saludar a su hermano. Nos decía cada cosa que además de sorprenderme, me hacían llorar más y más. Una vez en el aire, la felicidad de mi hijo era plena, decía: “Andrés, hola, sé que estás con Dios”. Durante los 40 minutos de vuelo no paré de llorar en ningún momento, tanto así que Diego Alejandro me bautizó como “La llorona”.
Una vez en suelo margariteño, recogimos nuestro equipaje y nos fuimos directo al hotel, previamente habíamos adquirido un paquete todo incluido. Durante los días que estuvimos en el lugar escogido, en cada rincón del hotel, estando en la playa, piscina, desayunando, almorzando o cenando, siempre estuvo presente mi Chocolate. A cada lugar a donde íbamos me veía con él.
Mi hijo nació un 8 de septiembre, ese día en Venezuela se venera a la Virgen del Valle. En su honor, decidimos trasladar hasta la isla la cajita donde nos entregaron sus cenizas. El jueves 14 de enero la llevamos hasta el pueblo “El Valle del Espíritu Santo”, fuimos a la iglesia y asistimos a misa. Finalmente la entregamos en el Museo Diocesano Virgen Del Valle.
Con este acto, sentimos que “completamos” el viaje con él. Cuando el dolor nos invade, sabemos que está permitido caerse, más no encariñarse con el piso porque en el suelo no podemos ver la grandeza del poder de Dios. Así como nos caemos, debemos levantarnos, se dice fácil pero es dificilísimo, créanme que lo sé y aún lo vivo, pero poco a poco se va logrando. En cada prueba tenemos que renovar nuestra fuerza y resurgir como el ave fénix. Puede ser que hoy no tengas fuerzas, ni ánimo de luchar, pero mañana levántate y más fuerte porque tu poder no viene del dolor, tu poder interior y tu fuerza vienen del amor que sientes por tu ser querido.
La categoría del hotel escogido, entre su cronograma de actividades recreativas, cada noche ofrecía un show temático. Uno de esos días en los que estuvimos, escenificaron a unos ángeles en el cielo. La puesta en escena me llegó a lo más profundo de mi corazón. Fue como si mi #Chocolate lo hubiera mandado hacer especialmente para mí.
Para tal montaje, que me pareció excepcional, usaron el tema “Yo te extrañaré” de Tercer Cielo. Debo confesar que nunca había escuchado la canción, y menos de quién serían sus intérpretes. Pero me pareció tan linda y me identifiqué tanto con ella que me grabé una de las frases, la anoté y fue así como logré descargarla en internet. Tal vez algunos la conozcan, otros no. Aquí les dejo la letra.
♫♪ «Yo Te Extrañare» ♫♪
(Tercer Cielo)
Yo te extrañare, tenlo por seguro.
Fueron tantos bellos y malos momentos que vivimos juntos. Los detalles, las pequeñas cosas, lo que parecía no importante son las que más invaden mi mente al recordarte. Ojala pudiera devolver el tiempo para verte de nuevo, para darte un abrazo y nunca soltarte.
Mas comprendo que llego tu tiempo, que Dios te ha llamado para estar a su lado, así él lo quiso. Pero yo nunca pensé que doliera tanto.
Ya no llores por mí, yo estoy en un lugar lleno de luz donde existe paz, donde no hay maldad, donde puedo descansar.
No llores por mí, es tan bello aquí, nunca imaginé. Quiero que seas feliz, que te vaya bien y cuando te toque partir, espero verte aquí.
Yo te extrañare, tenlo por seguro.
Como pensar que la vida puede terminar en un segundo. La vida es polvo puede esparcirse en un momento. Nada trajiste nada te llevas, sólo lo que había dentro.
Ojala pudiera devolver el tiempo para verte de nuevo, para darte un abrazo y nunca soltarte. Mas comprendo que llego tu tiempo, que Dios te ha llamado para estar a su lado, así él lo quiso. Pero yo nunca pensé que doliera tanto.
Ya no llores por mí, yo estoy en un lugar lleno de luz donde existe paz, donde no hay maldad, donde puedo descansar.
No llores por mí es tan bello aquí, nunca imaginé. Quiero que seas feliz, que te vaya bien y cuando te toque partir, espero verte aquí.
Me despido como siempre lo hago cuando escribo sobre ti hijo: “Dios te bendiga. Te amo. Un beso enorme y un fuerte abrazo que lleguen hasta el cielo”.
