Culturalmente, nunca ha sido agradable hablar sobre la muerte, sin embargo, a lo largo de nuestra vida debemos toparnos con ella y en tal sentido, tenemos que sobrellevar el protocolo social. Cuando un ser querido o algún conocido fallece, surgen dudas relacionadas con la vestimenta, con la forma de dar el pésame, si hay que acudir o no al funeral, o si compramos flores.
Como todo en la vida, cada quien es libre de llevar su duelo como mejor le parezca. A quienes deciden vestirse de negro durante 6-12 meses. Otros no acuden a fiestas, no bailan, no escuchan música porque esa es su manera de honrar al fallecido. Por tanto, debemos respetar la decisión que cada quien tome al respecto.
Particularmente, casi al mes de fallecer mi chocolate, nos fuimos de viaje a la isla de Margarita, no por placer sino por descanso y reencuentro familiar. Así lo quisimos y así lo hicimos. Tal vez, socialmente no fuimos bien vistos.
Recientemente me enteré que una persona a quien aprecio mucho, también perdió a su hijo. El muchacho tenía menos de 30 años. Dada mi experiencia, en ningún momento le pregunté qué pasó, simplemente me solidaricé como madre. Días después en su Facebook, leí que una noche mientras cocinaba, puso el radio y sonaba una salsa brava, a ella le encanta ese tipo de música y comenzó a bailar por un instante, luego el recuerdo de su hijo vino a su mente y salió sumergida en llanto para el cuarto a refugiarse en los brazos de su esposo, sintiéndose culpable por la acción. Simplemente, ella reaccionó al momento.
Ahora me pregunto, ¿debemos juzgar a esta madre por tener episodios así? Si bien el duelo tiene sus etapas y cada quien se toma el tiempo particular para experimentar y vivenciar cada una de ellas, tampoco me parece respetuoso juzgar a otro por no seguir un protocolo establecido.
Seguramente alguna vez te has preguntado cual es la forma más idónea de ir vestido a un funeral. Más de uno pensará, «¡qué más da como vas vestido, no es una boda, la gente en esos momentos no se fija en estas cosas!». Bueno, no creo que eso sea exactamente así, pero la ropa demuestra el respeto al sitio dónde vas, por lo tanto, no todas las prendas son adecuadas para cualquier situación. No es bien visto ir a un entierro con un vestido muy corto o muy escotado, como tampoco es recomendable ir con una vestimenta deportiva.
Simplemente hay que poner en práctica el sentido común. ¿Y los colores? ¿Qué piensas de los colores? cada color tiene un simbolismo único y propio. Cada tonalidad nos transmite una energía. Protocolariamente, se recomiendan los colores: negro, gris, marrón, o azul marino. También se puede optar por la clásica combinación del negro con el blanco. Los colores oscuros siempre han transmitido seriedad, equilibrio, serenidad y sencillez, que para estas circunstancias sería la compostura más adecuada.
Otro asunto que despierta dudas es la forma en la cual se da el pésame. ¿Que decimos? ¿Cómo lo hacemos? Las formas más tradicionales y también las más formales son «Te acompaño en el sentimiento», «Mi más sentido pésame» o «Mis más sentidas condolencias». En mi opinión, un cálido abrazo y un simple «lo siento» es la forma más correcta. Cualquier frase corta y sentida siempre será una muestra de cariño. Como lo he dicho en artículos anteriores, aquí los discursos y las preguntas sobran. No hay un patrón a seguir, pese a que la sociedad y cultura en que vivimos traza unas pautas de cómo se debe vivir el duelo, lo más importante es tomar en cuenta el respetar como ese doliente va a manejar su proceso entendiendo que lo va a llevar de una manera que no sea destructiva para sí mismo.
A mi parecer, lo que nunca debemos decirle a alguien que ha tenido una pérdida significativa en cualquier circunstancia es: «Sé cómo te sientes», «He pasado por eso». Todas las pérdidas se viven de manera diferente, dependen de tantas variables: quien se muere, causas de esta muerte, relación y edad del doliente con la persona que se despide, momento vital en que vivimos el duelo, en fin por eso es que el tratamiento del duelo siempre ha de revestir unas características muy individuales. Hay pérdidas similares pero los dolientes son diferentes.
Los duelos mejor manejados son aquellos que cuentan con un fuerte apoyo social, bien encauzado, sin dar órdenes o decir lo que se tiene que hacer para estar bien. Solidaridad, silencio y comprensión, hacia el doliente es lo más indicado en estos momentos. Me despido como siempre lo hago cuando escribo sobre ti hijo: “Dios te bendiga. Te amo. Un beso enorme y un fuerte abrazo que lleguen hasta el cielo”.
Belkis Osorio