Cuando escuchamos la palabra depresión, pueden venir a nuestra mente varias reacciones, dependiendo de qué tan familiarizado estemos con este trastorno del ánimo.
Algunos piensan que se trata simplemente de una muestra de debilidad o pereza de parte de la persona, otros creen que es un trastorno netamente emocional y quienes la padecen o la hemos padecido, en algún momento hemos llegado a pensar que nuestra vida terminó y que no vale la pena continuar.
Lo cierto es que hay muchos mitos alrededor de la depresión que impiden que se tomen las medidas necesarias en el momento oportuno, originando en el peor de los casos un desenlace fatal para la persona que la sufre. Por eso no solo es importante reconocer en nosotros las señales de este trastorno, si es que lo padecemos, sino también tomar acción inmediata al respecto.
El hecho de que la mayoría de los síntomas de la depresión se reflejen en nuestro estado emocional, haciéndonos sentir abatidos, tristes e incapaces de disfrutar las cosas que nos rodean, nos hace más vulnerables a la enfermedad, dejando de ser nosotros para convertirnos en nuestros síntomas, porque es tanto el sufrimiento que se vive que resulta casi imposible separarnos de ella.
Sin embargo a pesar de este sufrimiento y de esta terrible sensación de estar “muerto en vida” a la que diariamente se siente sometida la persona que presenta este trastorno, no debemos pasar por alto que este se ha producido bien sea como respuesta de nuestro organismo ante un suceso externo que nos causó mucho dolor, como pudo haber sido la ruptura de una relación, la pérdida de un ser querido, pérdidas materiales, etc; en cuyo caso estaríamos hablando de una depresión reactiva; o por un cambio en la bioquímica de nuestro cerebro, lo que ocasiona un desbalance en la producción de uno o varios neurotransmisores, provocando una depresión endógena.
Quiero decir con esto que la depresión es un conjunto de síntomas que tienen un origen, una razón de ser y que por lo tanto a pesar de nuestra total apatía por la vida y la escasa fuerza de voluntad que nos arropa, no debemos permitir que esta se apodere de nosotros y nos impida buscar la solución. Pues la apatía no es más que una señal, es la forma en que nuestro cuerpo se está manifestando diciéndonos que tenemos un asunto que atender. Es tal cual como la persona diabética que tiene los niveles de azúcar altos en la sangre porque su cuerpo no produce suficiente insulina para procesarla, en este caso la persona sabe que tiene que buscar ayuda médica y hacer cambios en sus hábitos alimenticios.
Igualmente con algo más básico, si tenemos un dolor de muela acudimos al dentista para que nos quite el dolor; bien sea para que nos indique tratamiento o si el problema es de mayor envergadura, extraiga la muela de raíz. Así pasa con la depresión, no debemos quedarnos en el síntoma, ¡tenemos que pasar a la acción!. De nada servirá tampoco usar pañitos calientes para aliviarlo, hay que buscar su origen por más que nuestro ego insista en hacernos creer que no es necesario, haciendo uso de cuanta excusa tenga a la mano para no enfrentar el dolor, evadiendo de esta forma cualquier intento de ayuda que provenga del exterior, llámese psiquiatra, psicoterapeuta, pareja, familiares o amigos.
Si te sientes deprimido, te hago una invitación para que a partir de este momento te conviertas en tu propio observador y veas más allá de las señales que tu cuerpo te está dando, indaga qué hay detrás de tus síntomas, busca el origen de tu depresión.
Quizás tienes algún rencor o rabia escondida en tu corazón producto de algún suceso pasado. Hay algo nuevo en tu vida que te causa angustia y sientes temor de afrontarlo. Sientes temor de enfrentar la soledad por la muerte de un ser querido o un divorcio. Miedo al éxito o el miedo al fracaso, o quizás exceso de control. Si además eres ansioso(a), observa qué te produce ansiedad, aquí puede estar el origen de tu depresión. En esta fase de indagación puedes buscar la ayuda de un psicoterapeuta, él o ella sabrá cómo guiarte en este proceso. Lecturas que amplíen tus conocimientos sobre el tema y que te orienten también son útiles y así tu mente estará más predispuesta a la acción.
Las respuestas a estas preguntas no te van a llegar de inmediato, lo importante aquí es que comiences un proceso de indagación que permitirá que tu cerebro salga de su zona de confort, que te hagas consciente de que todo ese sufrimiento que sientes no es más que la consecuencia de vivir con apego a tus pensamientos y a tus emociones. ¡Vamos, abre tu mente y permite que sea tu corazón y no tu ego quien te dé la respuesta!…y recuerda tú no eres tu depresión.
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