El amor de pareja es un pilar importante en la felicidad de un ser humano. Por ello, el deseo de encontrar a una persona para compartir la vida en común, es un anhelo bastante generalizado en el corazón humano, que está llamado a amar y ser amado. Compartir experiencias vitales, abandonar la soledad y concretar proyectos conjuntos, son las motivaciones más frecuentes de aquellos que apuestan por un hogar común.
La pareja es una sociedad basada en un vínculo afectivo, conformada por dos personas unidas emocional y sexualmente. Si bien es cierto, que existen momentos de máxima felicidad vinculados a la relación de pareja, también existen momentos y periodos de profundo dolor relacionados con la misma. Una infidelidad, ruptura, enfermedad o muerte de la pareja ocasionan mucha tristeza, angustia, abatimiento y hasta un profundo sufrimiento.
Una pareja no está formada por dos personas que se convierten en una, sino dos personas que se complementan, cuyo amor se renueva cada día. De allí la necesidad de trabajar en la relación a diario, a los fines de gozar de una sana y armoniosa convivencia.
Muchos factores atentan contra la relación de pareja, entre ellos las diferentes expectativas de cada uno, sobre aspectos como: la convivencia diaria, las respectivas familias y amigos, la sexualidad, el dinero, la educación de los hijos y, el espacio individual. Sin embargo, los especialistas en la materia, señalan como las causas más frecuentes de fricción, las siguientes:
La falta de comunicación. La falta de diálogo sincero, va erosionando las bases de la relación. En ocasiones, las personas en vez de expresar lo que sienten o desean, pretenden que la pareja adivine lo que pasa por su mente, y se originan más peleas por lo que callan, que por lo que expresan. Surgen problemas graves por interpretar mal, juzgar, descalificar con ironías o sarcasmos, agresión verbal o física, o interminables silencios.
Falsas expectativas, grandes fantasías. Toda persona le atribuye al ser que ama, cualidades que en muchísimos casos no posee. Conocer realmente al otro, da lugar a sorpresas, desilusiones y desencantos. En la convivencia, las máscaras caen y podemos ver a la pareja cómo es en realidad; tal vez, ni mejor, ni peor, pero casi siempre distinto.
Creencia errada acerca del amor, como instrumento milagroso, que todo lo puede. Muchas personas suponen que sólo con el amor, se mantiene una buena relación de pareja; incluso es muy frecuente, la creencia según la cual uno de los miembros se asegura a sí mismo, que va a cambiar a la pareja. Nada más alejado de la realidad.
Falta de proyecto de vida en común. Pocas coincidencias entre ambos e innumerables diferencias. Cabe resaltar que hay diferencias que pueden ser trabajadas entre ambos y fortalecen el vínculo; pero hay otras, que no se pueden armonizar.
Falta de consenso. Definir el reparto de tareas domésticas y la administración de los recursos comunes, requiere de negociaciones importantes, de lo contrario opera una lucha de poder.
No existe una fórmula mágica para gozar de una “relación de pareja feliz”, ya que en la convivencia intervienen expectativas y deseos muy particulares, ya que se corresponden con la individualidad de cada persona. Sin embargo, existen factores como los que mencionamos en este artículo, que debemos tener en consideración.