Vivimos tiempos muy acelerados pensando en nuestra lista de quehaceres sin dedicar atención al momento presente, perdiendo el disfrute de lo que hacemos e incrementando nuestro stress y ansiedad.
En esa intensa búsqueda de la paz, la calma y el bienestar integral, se nos presentan variadas opciones, entre ellas, el yoga y la meditación.
El diálogo interior continuo, del que no somos conscientes, es la causa del estrés, la ansiedad, y la mayoría de las enfermedades. Practicamos meditación para tomar consciencia de esta actividad compulsiva de la mente y empezar a ver la vida y los retos que nos plantea con claridad mental. Entrenamos nuestra mente para disminuir la fuerza de los antiguos hábitos de pensamiento y desarrollar otros nuevos que nos protegen del sufrimiento y generan bienestar y paz interior. Nos liberamos del miedo improductivo y alcanzamos la verdadera libertad, que es la libertad psicológica”, asegura Úrsula Calvo, instructora de Mindfulness y fundadora del Úrsula Calvo Center.
En efecto, vivimos en una falsa ilusión de que estamos en control de nuestros pensamientos y acciones, pero a menudo descubrimos con gran asombro y frustración que hay mucho en nosotros que está en gran medida sometido a nuestro inconsciente.
La meditación es un método creado por antiguos sabios de la India, como instrumento para entender qué es la mente y aprender a liberarla de tendencias negativas. Es la práctica de aquietar la mente a través del acto de des-identificarnos del constante flujo de pensamientos que surgen en la misma y así descubrir nuestra esencia.
El secreto de una vida feliz, es cultivar una mente feliz y esto requiere disciplina. Para las antiguas tradiciones espirituales, la razón del sufrimiento humano, radica en nuestra propia mente indisciplinada, ya que el dolor es inherente a la vida, pero el sufrimiento es nuestra responsabilidad y por ello es opcional.
El problema es que la mayoría de nosotros nos identificamos con los pensamientos que surgen en nuestras mente y desconocemos el poder de ellos, sin darnos cuenta que ellos determinan nuestras emociones y actitudes. Su práctica cotidiana permite sentir nuestro cuerpo, conectarnos con nuestro interior y con el entorno en tiempo presente.
La felicidad es la naturaleza esencial del ser humano, pero debido a nuestra falta de conciencia, indisciplina e ignorancia en la materia, en muchísimos casos convertimos a nuestra mente en nuestro peor enemigo. La práctica diaria y amorosa de la meditación, permite cultivar una mente tranquila, sana y enfocada. Aprender a liberarla de tendencias negativas y cosechar hábitos positivos que lleven a experimentar la benevolencia de nuestra propia mente, la naturaleza esencialmente dichosa de esta.
La plenitud que tanto buscamos fuera de nosotros se encuentra en nuestro interior, en nuestra propia esencia y para acceder a ella, están las diferentes técnicas del yoga, siendo la principal de ellas la meditación.
La meditación auténtica es algo que vive en nosotros. Por ejemplo: podrás estar manejando y dejar que el tráfico sea lo que es ¿Qué sucedería si en tu día y no sólo durante el rato que meditas permitieras que todo fuese lo que es? Vivir al igual que meditas es ser realmente libre. Cuando permitimos que todo sea realmente “lo que es”, esa actitud interna de no aferrarnos a nada, nos conduce a recibir el regalo que necesitamos ver y conocer.
Lo más importante para aprender a “meditar” es “meditar”, sin querer controlar lo que ocurre en tu práctica. Consiste en calmarte y apreciar lo que sea que esté ocurriendo ese día sin buscar algo distinto, sin querer forzar alguna experiencia, sino más bien aceptar plenamente lo que sea que surja o deje de surgir en tu práctica.
Con la meditación conseguimos un gran bienestar físico, mental, y espiritual. Sus beneficios están comprobados.
El yoga incorpora la meditación, pero no al contrario. Las posturas de yoga (asanas) te preparan para meditar y la meditación poco a poco profundiza tu práctica del yoga. Algunos afirman que el yoga es una manera de vivir, ya que supone la conexión del cuerpo, mente y espíritu como unión invencible. El yoga significa “unión”, en sánscrito.
Una de las prácticas centrales del yoga tal como es practicado en la actualidad, son las posturas. Sin embargo, el yoga es mucho más que la práctica de asanas, es un sistema más amplio de realización espiritual; siendo las posturas quizás, de menor importancia con respecto a otras formas de yoga.
Lo que sucede es que el tipo de yoga más difundido en el mundo hasta el punto de utilizarse como sinónimo de yoga, es el hatha yoga, el yoga de las asanas por excelencia; pero incluso el hatha yoga es mucho más que únicamente posturas.
Tradicionalmente incluye entre otras, pranayama (los ejercicios de respiración y la respiración consciente y meditativa) para controlar la mente, oxigenar las células y potenciar el flujo del prana o energía vital, y las técnicas de limpieza del cuerpo, bhandas, y mudras.
Hay diferentes opiniones en torno a cuáles son los aspectos principales de este sistema filosófico y científico. Algunos dicen que la meditación, otros la respiración y, por último, que se debe empezar por el cuerpo para trascenderlo. Los textos tradicionales tienen diversas lecturas posibles. Pantajali recogió las técnicas en un sistema de ocho pasos, todos igualmente importantes. El Bhagavad Gita habló del control de la mente y el cuerpo, el amor activo, el conocimiento y el trabajo desinteresado.
Los beneficios del yoga se manifiestan en el plano físico, mental y emocional: aumenta tu conciencia, permitiéndote enfrentar con serenidad las diferentes circunstancias de la vida. Reduce los círculos viciosos de pensamientos repetitivos de enojo, ira, frustración y miedo.
Mejora y aumenta la autoestima, aumenta la concentración, alivia la tensión, incrementa la confianza en sí mismo, promueve pensamientos positivos, propicia un mejor manejo de las emociones, permite la conexión con la paz interior, favorece el sistema inmunológico, reduce el stress y la ansiedad, mejora la flexibilidad y la postura, entre muchos otros beneficios.
El yoga y la meditación llevan al mismo lugar, son diferentes y complementarios métodos para un mismo fin: la evolución del ser.