Como padres deseamos lo mejor para nuestros hijos, pero te has detenido a pensar que priva en la educación que le brindas, ¿que sea feliz o perfecto?, ¿bueno o infeliz? Es un hecho que la perfección no trae la felicidad, ni tampoco ser bueno y excesivamente complaciente con los demás, tampoco. En efecto, me atrevería a afirmar que particularmente las generaciones pasadas en gran medida criaron a sus hijos para ser buenos y no felices con nefastas consecuencias.
Importantes estudios concluyen que los padres excesivamente exigentes, terminan generando graves problemas en sus hijos. Si bien es cierto, que la vida moderna cada vez es más competitiva y requiere de una mayor preparación para obtener un sano lugar en ella, desde el punto de vista profesional, económico y social. También es cierto que criar a un niño para que se desarrolle como un adulto equilibrado, con una sana autoestima y valores para enfrentar los obstáculos inherentes a la vida, no abarca solo inscribirlo en buenos colegios y universidades, con manejo de varios idiomas o procurar que sea una estrella del deporte, dado que es muy probable que al madurar perciba que no es lo suficiente capaz de alcanzar todas y cada una de las expectativas de sus padres.
Les comparto esta frase que leí: “si educamos niños perfectos serán personas tristes”. En mi opinión personal, debemos partir del hecho real de que todos somos distintos y brillamos con luz propia. No debemos uniformar a la sociedad, cada persona es realmente un mundo: capacidades, habilidades, talentos, aptitudes, caracteres, y personalidades, “distintas”.
No todos nacemos para formar una familia, tener hijos, vivir siempre en un mismo país o ser aventureros, ser profesionales en una carrera formal, etc. Por ello, debemos escuchar, observar y apoyar a nuestros niños a descubrirse a sí mismos.
En esta tarea, conoceremos sus talentos, habilidades, fortalezas, y capacidades entre otras características individuales y podremos encaminarlos hacia el logro de sus objetivos de una manera armónica y feliz. Nutriremos su alma, mente y corazón para que se conviertan en adultos libres, con una sana autoestima, sintiéndose capaces de afrontar al mundo no como víctima sino como personas empoderadas y resilientes.
Es extremadamente peligroso educar en la perfección, convirtiéndote en un progenitor exigente. La perfección es enemiga de lo bueno, así dicen.
Muchos padres se obsesionan en tener hijos muy educados, competentes en muchas disciplinas tanto curriculares como extra-curriculares. Estos niños a veces están estresados y agotados por el sinnúmero de clases en que son inscritos. Si bien es cierto que resulta conveniente darles oportunidades para que descubran sus habilidades, debemos aplicar “El equilibrio” inclinándonos hacia ese punto medio.
Los niños deben disfrutar de su infancia y vivir “el presente”. Por ello, es conveniente ser ponderados y poner atención a sus características individuales, enseñándoles a gestionar sus emociones. Eduquemos su corazón sin controles excesivos, para evitar convertirnos en obstáculos de su sana madurez.
Algunas sugerencias a los padres:
- Cuidar la actitud y lenguaje no solo verbal, sino corporal. No debemos olvidar que somos sus guías y por lo tanto copian muchas de nuestras conductas.
- Velar y cuidar las expectativas que proyectamos en nuestros niños. Deben conocer el valor del esfuerzo y la perseverancia, sin humillarlos. Por el contrario, debemos auparlos e impulsarlos a conseguir sus objetivos.
- Mostrar y enseñarles que los errores y fracasos son parte de la vida, y que nuestra labor como seres humanos consiste en sobreponernos, aprender de ellos y continuar. Triunfos y fracasos son inherentes a la vida. Permite que se destaquen y apóyalos en ello, pero también deja que se equivoquen.
- Trabaja su autoestima, es uno de los mejores regalos que pueden brindarle. Una persona que no tenga confianza en sí mismo, ni se valore y aprecie, le va ser extremadamente difícil sentirse apto para la vida en todas las áreas que la conforman.
Edúcalos en amor y felicidad, con una sana autoestima y buen manejo de sus emociones, sin obviar una buena preparación que les permita accesar a buenas oportunidades y fluir en esta época acelerada y exigente. No existe un instructivo para hacerlo y nadie dijo que era fácil!