La frustración es una mezcla de ansiedad, angustia, impotencia, tristeza o enojo que emerge en nuestro interior, cuando no logramos alcanzar nuestros objetivos. Se trata en consecuencia, de la respuesta emocional que surge cuando nuestros proyectos, expectativas o metas no se cumplen; o nuestros deseos o necesidades no son satisfechos.
Las personas diferimos en nuestra capacidad de tolerar la frustración; algunas no son capaces de tolerar la más mínima molestia, adversidad o retraso en la satisfacción de sus deseos y no soportan ningún sentimiento o circunstancia desagradable; es decir, no toleran el hecho de sentirse frustrados; y otras, sin embargo, han aprendido a gestionarla adecuadamente, consiguiendo así, alcanzar sus metas. La frustración puede ser muy intensa, y provocar ansiedad, depresión y baja autoestima. Nos angustiamos pensando en las razones por las cuales no logramos lo que deseamos. Nos comparamos con otros que sí lo han logrado, y eso nos hace sentir peor.
Daniel Goleman, autor del best seller “Inteligencia Emocional”, expresa que la habilidad para manejar la frustración es una de las más importantes para alcanzar el éxito. La frustración forma parte de la vida, por lo tanto resulta beneficioso aprender a relacionarnos con ella y a gestionarla de forma adecuada.
La poca tolerancia a la frustración provoca que, ante cualquier incomodidad nos desmotivemos y abandonemos nuestras metas o proyectos; y que nuestros deseos pierdan importancia.Los objetivos más comunes que pueden generar frustración son: obtener un mayor ingreso, conseguir pareja, formar una familia, lograr un viaje, cambiar de trabajo, bajar de peso, emprender un negocio, comprar una casa, un carro, etc.
Es cierto que las adversidades provocan sentimientos desagradables, muchas veces hasta nos hacen enojar, pero tenemos que estar preparados espiritual y psicológicamente ante ellos, y no solo capacitados para soportarlos como un contratiempo molesto, sino para obtener ventaja.Trabajar a nivel emocional, y entrenarnos en las destrezas que nos permitan tener una mayor tolerancia a la frustración; nos permitirá enfrentar de manera efectiva las dificultades y limitaciones que la vida nos presente. Aceptar y entender que la frustración forma parte de nuestra vida es el primer paso para empezar a manejarla de la manera más conveniente.
Cuando aprendemos a manejar de forma adecuada las frustraciones, nuestra vida resulta menos estresante y plena; ya que podemos enfocar toda nuestra energía en resolver y superar las dificultades con las que nos topamos; más allá de la reacción negativa o de evasión.
Reconoce cuando te sientas frustrado y pon en práctica la aceptación
El primer paso para combatir la frustración es, reconocerla. Reconocer nuestras faltas o sentirnos desilusionados no nos convierte en personas frágiles. Gozar de inteligencia emocional involucra reconocer nuestras emociones, así como su origen.
Por otra parte, luego que reconocemos la frustración, solo contamos con dos alternativas: o la sufrimos, o la aceptamos. Si decidimos sufrirla, nos pasaremos horas, días o meses, sintiéndonos mal, tristes, desmotivados, y preguntándonos por qué nos podemos ser felices como otras personas. Lucharemos contra esa realidad, pudiendo llegar a deprimirnos y convertirnos en personas ansiosas. Esto de ninguna manera va a cambiar la realidad, “al día de hoy no tenemos aquello que deseamos” y nos causaremos daño a nosotros mismos.
Si aceptamos esta realidad, dejaremos de pelear y de resistirnos a ella. El aceptar lo que no podemos cambiar nos permite relajarnos y disfrutar de aquello que sí tenemos al día de hoy.
Aceptar la vida tal cual se nos presenta nos ayuda a lidiar mejor con las dificultades; es importante recordar, que aceptar no es sinónimo de resignarse; y por tanto no significa abandonar y dejar de intentar lograr aquello que deseamos; cuando aceptamos, decidimos dejar de pelear con nosotros mismos y con las circunstancias, para pasar a centrarnos en la solución del problema, a través del análisis de nuevas opciones o estrategias.
Desarrollar nuestra tolerancia a la frustración consiste en un proceso de aprendizaje que se inicia desde la infancia y que nunca se acaba; requiere paciencia y perseverancia, pero el resultado realmente vale la pena, ya que tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que surgen a lo largo de la vida, a pesar de las molestias e incomodidades que nos causen; lo que nos permitirá poder disfrutar de una vida más serena y equilibrada.