La asertividad permite expresar lo que piensas y actuar en consecuencia, defendiendo tus propios derechos, intereses o necesidades, sin agredir u ofender a nadie, ni permitir ser agredido u ofendido.
La asertividad supone controlar el mensaje que queremos transmitir. Parece sencillo, pero no lo es. Venimos de una cultura en la cual nos enseñaron a ser buenos y no felices, siendo uno de sus principios “complacer a los demás”, en muchísimas ocasiones, más que a nosotros mismos.
La asertividad como herramienta de comunicación, es un referente de equilibrio, entre la pasividad y la agresividad, de manera tal que nos permite, sin pasar por encima de los demás, comunicar lo que sentimos de una manera clara, precisa y respetuosa.
La práctica de la asertividad, se sustenta en una sana autoestima y auto-respeto. No podemos amar y respetar a lo demás, si no empezamos por hacerlo con nosotros mismos.
- Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
- Derecho a tener y expresar los propios sentimientos y opiniones.
- Derecho a ser escuchado y tomado en serio.
- Derecho a juzgar tus necesidades, establecer tus prioridades y tomar tus propias decisiones.
- Derecho a decir “no” sin sentir culpa.
- Derecho a pedir lo que quieres, aunque debes tener en cuenta que tu interlocutor también tiene derecho a decir “no”.
- Derecho de opinión, idea o línea de acción.
- Derecho a cometer errores y corregirlos.
- Derecho a pedir información y ser informado.
- Derecho a obtener aquello por lo que pagaste, previo acuerdo.
- Derecho a ser independiente.
- Derecho a decidir qué hacer con tus problemas, cuerpo, tiempo, etc., mientras no se violen los derechos de otras personas.
- Derecho a tener éxito.
- Derecho a gozar y disfrutar.
- Derecho al descanso y aislamiento.
- Derecho a superarte.
- Derecho a no ejercer estos derechos.
Dicho de otra manera, la asertividad como estilo de comunicación, es una alternativa a la conducta pasiva o agresiva, y comporta innumerables beneficios enraizados a tu estado mental de armonía y paz.
La asertividad conlleva: Una comunicación fuerte y eficaz, aumenta la autoestima y confianza en sí mismo, ganarse el respeto de los demás, mejora las habilidades para tomar decisiones, reduce el estrés de no satisfacer las necesidades, permite la resolución de los conflictos, aumenta el respeto propio, la sensación de ser ignorado o coaccionado se sustituye por la sensación de ser comprendido y tener el control de las decisiones, y tendencia a sentirse menos deprimido, entre otras.
Es importante además, utilizar el lenguaje corporal adecuado: mantén la voz calmada y el volumen neutral, un buen contacto visual y relaja tu rostro y la posición de tu cuerpo.
A continuación, algunos tips para mejorar tu asertividad:
- Reemplaza tus pensamientos negativos por positivos y de autoconfianza.
- Pide lo que deseas, los demás no son adivinos.
- Defiende “tu” verdad, no “la” verdad del grupo social.
- Recuerda tu objetivo pase lo que pase.
- Sé siempre lo más concreto y claro que puedas. Utiliza frases cortas.
- Haz referencia a los hechos y no a tus juicios.
- Añade motivos a lo que pides si es necesario, para dar claridad a tu solicitud o negativa
- Habla desde el “yo” y no desde “porque uno….”
- Mantente atento a tu lenguaje corporal.