Jung y Bachelard, a través del simbolismo arquetípico de los cuatro elementos, abordaron el apasionante tema sobre la identidad de las personas.Todos tenemos componentes de los cuatro elementos en diferentes proporciones. Cuando alguno de ellos no puede manifestarse, ocurren trastornos existenciales.
Carencia afectiva y erótica, refleja falta del elemento fuego en el carácter. Imposibilidad de «encender» afectos profundos.
Agua escasa, impide disolver dificultades. Falta fluidez y sutileza adaptativa.
Personas con solamente tierra, son realistas y prácticas, pero su personalidad es pesada; les falta liviandad interior.
Del aire deriva el pensamiento, las ideas, sueños y la creatividad. La baja de este elemento coloca a las personas de espaldas a la iniciativa. Les cuesta innovar.
«Biodanza y los cuatro Elementos”, permite descubrir la estructura de cada participante y le ayuda a expresar mediante el movimiento corporal y la danza, el elemento que está inhibido.
El sistema ha demostrado sorprendentes resultados debido a la posibilidad real que tienen todos los participantes de una transmutación alquímica.
Cuenta Rolando Toro que su interés por los 4 elementos surge a partir de una experiencia personal: él, intolerante, predominantemente intelectual, de escaso respeto por las personas, con ansia de realización académica en materias tan diversas como disímiles, no podía contemplar la naturaleza y disfrutar el goce de vivir. Se confiesa enfermo de individualismo, seco y extremadamente delgado, consumido por el fuego de la acción. Sus relaciones amorosas, fugaces.
Por esos días un amigo le regaló una pequeña vasija con una abertura que daba acceso a su interior. Era un hallazgo encontrado en una tumba, junto a restos humanos. Su amigo le informó que eran colocadas así, para que el muerto tomara agua en el otro mundo. “te traigo esta vasija para que tú tomes agua en este mundo.”
Impresionado Rolando, decidió escuchar el mensaje y empezó a beber en esa vasija, más agua todos los días. Sintió cambios en su personalidad. Se tornó más amable, sus relaciones afectivas mejoraron, adquirió sentido de adaptación y fluidez, comenzó a salir al campo. Mejoró su estado de humor y subió ocho kilos en cuatro meses.
Comprendió que había “incorporado” ceremonialmente el elemento agua a su equilibrio personal. Su composición anterior fuego-aire fue modulada por ese elemento.
A partir de esta experiencia de transmutación, experimentó con diversas personas, haciendo diagnóstico de sus elementos predominantes y de aquellos escasos. Organizó danzas específicas y ceremonias para inducir en ellos la incorporación de los elementos. Así nació la Extensión “Danza de Transmutación Mediante Los 4 Elementos”.
Propuso las siguientes categorías psicológicas asociadas a los 4 elementos:
FUEGO Intensidad – pasión – actividad transformadora – fusión.
AGUA Adaptación – maleabilidad – disolución – destilación – razón.
TIERRA Estabilidad – descenso (gravedad) –realismo – cristalización.
AIRE Ascensión – sublimación – levedad – expansión.
La “Nueva Alquimia” surgida de Jung y Bachelard, rescató imágenes arquetípicas del proceso alquímico ancladas en la memoria del hombre.
Pero según Rolando Toro, la mayor dificultad había sido encontrar un método operatorio capaz de transformar alma y cuerpo humanos, más allá de la simple meditación de los símbolos.
La Nueva Alquimia debe realizar la transmutación actuando sobre las vivencias, considerando el cuerpo en el proceso de cambio.
Así, danzas y ceremonias de Los 4 Elementos dan al proceso de transmutación una dimensión corporal. La “incorporación” de los elementos es, en realidad, “poner en el cuerpo la fuerza de los elementos y realizar desde dentro la modificación existencial”.
La Poética del Encuentro Humano da lugar a un real proceso de transmutación interior.