Aprender a meditar nunca estuvo entre mis planes. En realidad, nunca imaginé que la meditación cambiara mi vida por completo y me rescatara de crisis emocionales, mentales y físicas. Aún más, que me ayudara a vivir una realidad diferente.
Nunca me pregunté qué es la meditación ni me interesé por esta práctica. Hoy solo sé, que la meditación es uno de los regalos más grandes que he recibido en mi vida, como el aire que respiro.
Una prueba de vida…
La meditación llegó a mi vida en el momento en que más lo necesitaba. Llevaba dos años sumergida en una profunda depresión causada por el no encontrar cura a una enfermedad que acababa con mi vida.
Mi cuerpo había enfermado. A mis 26 años, me encontré afectada por dolores crónicos que paralizaban mi cuerpo gradualmente. De repente, me encontré sin poder caminar y sin poder mover ninguna parte de mi cuerpo. Hasta el más mínimo roce me causaba extremo dolor. Me alimentaba solamente con líquidos.
El insomnio, la depresión y el miedo escalaban más y más a medida que los doctores me informaban que no había nada por hacer, que así tendría que vivir el resto de mi vida. En ese entonces vivía en París junto con mi esposo, quien, como un ángel me cuidaba día y noche, entregándome su amor y apoyo incondicional.
Hoy, al escribir estas palabras siento como si estuviese hablando de otra persona. Al mismo tiempo, siento una inmensa gratitud por lo que vino a continuación.
Una luz en medio de mi oscuridad…
Recuerdo que realmente sentí haber tocado fondo. Me encontraba en ese lugar donde sientes que ya no hay salida, que lo único que esperas es que todo se termine. Las fuerzas por luchar se habían agotado. Llevaba semanas sin salir de mi oscura habitación ya que mis ojos no soportaban ningún tipo de luz.
Fue entonces cuando una gran amiga, quien había emprendido el camino espiritual hace muchos años, nos visitó por un fin de semana. Su visita fue corta, pero, como toda persona que va creciendo en este camino, su luz iluminó mi oscuridad.
Ella, a través de diferentes herramientas espirituales, me hizo ver que yo misma podría ayudarme a cambiar mi situación. Me decía que yo tenía el poder dentro de mí y que debía comenzar a acceder a ese poder conscientemente y vivir desde allí. Ella me repetía una y otra vez que yo estaba sana y me sugirió aprender a meditar. En ese entonces yo no sabía que era la meditación, ni mucho menos, sabía cómo empezar a practicarla. «Cuando soltamos la oscuridad, la luz puede entrar.»
Les confieso que sentí miedo. Mi tradición religiosa me hacía pensar que Dios podría castigarme aún más. No entendía, que, si hay un Dios, debía ser más grande que cualquier creencia religiosa y tan infinito e ilimitado que puede traerte justo lo que necesitas, independiente de la forma en que aparezca.
Un aprendizaje espiritual…
A pesar de mi miedo, algo dentro del fondo de mi corazón me decía que debía escucharla. Sus palabras me hicieron entender dos claves importantes:
- Silencia tu mente
Allí te das cuenta que tú no eres lo que piensas y que tú eres quien domina tu mente, no lo contrario.
- Decide conscientemente
Al crear espacios de silencio en tu mente, las viejas redes neuronales se debilitan, se rompen y desaparecen. Entonces, es tu oportunidad para reprogramarte conscientemente. Tú le dices a tu cuerpo, a tu mente y a tus emociones hacia donde te quieres dirigir, no lo contrario. Es decidir y conectarte conscientemente con emociones de alta vibración que hacen que definitivamente, tu mundo se ilumine.
Nunca olvidaré este aprendizaje. En el fondo de mi corazón, sabía que era mi único bote salvavidas. Era ahora o nunca.
Esa misma noche, comencé a visualizar. Pasé horas y horas imaginando mi cuerpo sano nuevamente. Cuál fue mi sorpresa, cuando al levantarme al día siguiente, ¡me sentía mucho mejor!
Entonces comencé a entender qué es la meditación y sabía que estaba viendo solo la superficie de algo tan grande y profundo que no se puede describir.
Fue entonces cómo, al poner las piezas juntas, uní las dos claves en forma de meditación. Me sentía guiada internamente y sabía lo que tenía que hacer. Comencé a meditar por 20 minutos todos los días, 10 minutos en silencio, 10 minutos reprogramándome.
Tenía sed, de saber, de entender. Leí libros como El Poder del Ahora y Conversaciones Con Dios en menos de cinco días. Durante el día, comencé a practicar el entrar en silencio y el crear conscientemente. La meditación había abierto una puerta inmensa, que jamás se volvió a cerrar.
Un volver a nacer…
Fue un milagro para mí. En menos de una semana, después de dos años de enfermedad, me encontraba jugando voleibol al frente de la Torre Eiffel en París. Los dolores habían desaparecido totalmente de mi cuerpo. El insomnio, que me había acompañado por tanto tiempo se había marchado de mi vida y finalmente, podía comer normalmente.
Pero esto no fue lo único. Nací nuevamente. Mi mente, se encontraba en pleno silencio y el poder de algo más grande que mi pequeño «yo» surgía dentro de mí.
Fueron meses en un estado de felicidad total que siento, no es de esta tierra. Un estado que sólo llegué a comprender a medida que pasó el tiempo y ahondé más en los estudios espirituales. La vida me había regalado la oportunidad de vivir de aquí en adelante conscientemente. Ahora solo dependería de mí.
Agradezco a la vida inmensamente este regalo que me ha brindado. Es como quitar más y más velos que no permiten que tu luz brille totalmente.
A partir de ese momento mi vida no fue la misma. Comenzó un gran proceso donde conscientemente comienzas a limpiar y a descubrir todo el poder que yace dentro de ti. Aún me encuentro en este proceso y a medida que avanzo, sus ganancias han sido innumerables.
Así, he aprendido a ser más honesta conmigo misma, a manejar mis emociones, a limpiar mi pasado, a perdonar a otros y perdonarme a mí misma, a aumentar mi autoestima y sobre todo a ser más consciente de mi poder creativo y de mi responsabilidad con respecto a mis pensamientos, palabras, acciones y emociones.
El mundo afuera continúa, pero la reacción solo depende de mí. Aún más, estoy totalmente convencida que entre más armonía hay adentro, más armonía hay afuera.
Mi regalo para ti… La vida sabe cuándo es el momento correcto.
No pretendo que tu vida cambie exactamente igual como mi vida cambió. ¡Tampoco pretendo que esta herramienta sea la cura para todos los males de la humanidad!
Es solo una de las herramientas que a mí me ha servido y deseo compartirla contigo.
Todos vamos por un camino individual de crecimiento y la meditación, si la utilizas como técnica, te brindará lo que necesitas en este momento. Ni más, ni menos.
Deseo que la meditación te ayude a descubrir tu poder interior y que te ayude a vivir más plenamente. Deseo que abra las puertas infinitas del amor, la alegría y la paz y que te ayude a sanar cualquier situación por la que estés atravesando en este momento.
Diana Fernández