La práctica del Mindfulness se puede comparar al cuidado de un jardín: sólo florece cuando se dan determinadas circunstancias. A continuación vamos a ver 8 de las condiciones que considero esenciales para que ese jardín florezca:
- Mente de principiante. Cualidad de la conciencia que nos va a permitir contemplar las cosas de un modo nuevo, como si, movidos por la curiosidad, los viésemos por primera vez.
- No juzgar. Cualidad que implica el cultivo de la observación imparcial de cualquier experiencia, sin etiquetar los pensamientos, sentimientos y sensaciones como buenos o malos, correctos o equivocados, justos o injustos, sino simplemente tomando nota de su aparición instante tras instante.
- Aceptación. Cualidad de la conciencia que admite y reconoce las cosas tal y como son.
- No forzar. Cualidad despojada de identificación, rechazo al cambio o movimiento de alejamiento ante lo que aparece en el momento presente. El no forzamiento significa no tratar de escapar, en modo alguno, del lugar en el que nos hallamos.
- Ecuanimidad. Cualidad de la conciencia que alienta al equilibrio y la sabiduría. También facilita la comprensión profunda de la naturaleza del cambio y nos permite contemplar el cambio con mayor comprensión y compasión.
- Ceder. Cualidad que permite que las cosas sean tal cual son, sin necesidad de desembarazarnos de lo que esté presente.
- Confianza. Cualidad que nos ayuda a diferenciar, en nuestra propia experiencia, lo verdadero de lo falso.
- Paciencia. Cualidad que cultiva el amor hacia uno mismo tal cual somos, sin culpabilidad ni crítica de ningún tipo.
La reflexión y desarrollo de estas cualidades, nutre, refuerza y consolida la práctica, tan necesaria para esta disciplina. Es importante señalar, además, que estas actitudes o cualidades son interdependientes entre sí, es decir, cada una de ellas influye en las demás, y cultivar una de ellas mejora el resto. ¿Por cuál decides empezar?