El tener dificultades en la vida, en este plano es normal. Sin embargo, el superar pruebas de la vida nos ayuda a crecer a pasos agigantados de maneras que antes no lo hubiésemos podido imaginar.
No pierdas la Fe
No es fácil para nadie cuando se entra en dificultades. Muchas veces, aunque medites, aunque ores, aunque practiques el ser feliz, la vida te sacude nuevamente y debes volver a buscar tu punto de equilibrio. Sin embargo, si estás leyendo estas líneas, recuerda no perder la fe.
No pierdas la fe. No pierdas la fe, aunque veas que es difícil, aunque no veas un avance. Tu tarea es confiar con una fe inquebrantable que tu vida va a cambiar.
Las dificultades son parte del vivir
No es fácil para nadie cuando se entra en dificultades. Muchas veces, aunque medites, aunque ores, aunque practiques el ser feliz, la vida te sacude nuevamente y debes volver a buscar tu punto de equilibrio.
Yo, al igual que tú, lo he vivido muchas veces. Unas veces más intenso que otro, pero sé del sufrimiento. Poco a poco, he aprendido a conocer la diferencia entre el dolor y el sufrimiento y a tomar aquellos momentos como un guerrero espiritual.
Conscientemente, a raíz del aprendizaje, continúo creciendo y afianzando más el cambiar mi vida para bien.
Viví grandes dificultades en mi vida. Las viví cuando, al tener 14 años, presencié el inesperado suicidio de mi joven hermana, quien quitó su vida al sentirse perdida y sin esperanza por un amor no correspondido. Las viví con el fallecimiento de mi hermosa madre cuando yo tenía 21 años. Las viví al tener que abandonar mis más grandes sueños de aventura en New York y regresar a Colombia para estar con mi familia que tanto me necesitaba y yo los necesitaba a ellos. Las viví con una devastadora enfermedad que paralizó mi cuerpo totalmente por dos años y los médicos me decían que estaría paralítica por el resto de mi vida, que no había esperanza. Las viví cuando tuve que dejar mi trabajo soñado, estando en la cúspide de mi carrera, a causa de un estrés laboral que enfermó mi cuerpo y mi mente totalmente. En fin, lo he vivido muchas veces.
En todos estos episodios, al igual que en otros pequeños siempre ocurrió algo maravilloso: Crecí. Y crecer es como cuando haces yoga, tienes que estirarte. Y estirarte duele.
Siempre recuerdo que en esos momentos sentí estar en un hueco sin salida, el dolor era tan intenso que la fuerzas me faltaban para sostenerme por mí misma. Pero aún, a pesar de todo, había una fuerza que me sostenía y por más difícil que todo fuese, nunca me dejó caer.
Cada dificultad fui un duro entrenamiento. Fue una prueba más a superar que me enseñó a crecer cada vez más como guerrero espiritual. Con cada situación aprendí cosas tan valiosas e inigualables que han hecho de mí lo que soy ahora. Por así decirlo, tenían tesoros escondidos tan grandes que jamás lo hubiese podido imaginar.
Las dificultades encierran grandes tesoros
Deseo que este artículo te llene de inspiración y te ayude a ver la luz al final del túnel, si estás pasando por dificultades.
Los momentos difíciles han sido para mí como saltos cuánticos en los que siempre soy un nuevo ser al final. Mientras estoy en el salto, estoy en ese vacío, en ese no sé dónde, perdida. Pero al llegar al otro lado, definitivamente soy otra. Y si te lo propones, logras permitirte crecer a través del dolor.
Por citarte unos ejemplos, el súbito suicidio de mi hermana me enseñó a manejar mis emociones y mis relaciones de pareja más conscientemente. Me enseñó a escoger que quería una relación buena, sana y de apoyo y crecimiento mutuo. Así me encaminé y siempre que veía que marchaba en la dirección incorrecta veía a mi hermana recordándome su ejemplo.
El fallecimiento de mi mami me enseñó a valorar mi salud mental y emocional. Mi mami enfermó crónicamente al enfrentar la dolorosa muerte de mi hermana y nadie, le enseñó como salir del estado emocional en el que se encontraba. Su salud deterioró tanto que se fue muy rápido. Fueron muchos años corriendo hacia el hospital para poder salvarla una y otra vez. De ella aprendí que debía manejar mis emociones, que debía encontrar los métodos y las formas para perdonar, para liberarme de las culpas y demás. Era como aprender lo que yo hubiese querido darle a ella.
El no tener a mi madre y a mi hermana mayor desde muy temprano en mi vida me enseñó
una gran lección:entender que la vida es cambio, que cada minuto tiene valor y sobre todo me enseñó a valorar cada segundo de mi vida con la gente que tanto amo, saber que se te pueden ir el día menos pensado.
Esto hizo que mi relación con mi padre, quien es un ser con tanta sabiduría y con mi hermana menor, quien es la mujer más valiente que conozco, se convirtiese de ordinaria a extraordinaria y sé que los tres, aunque nos encontramos en diversas partes del mundo, valoramos cada segundo que estamos juntos y estamos tan unidos que ni el tiempo ni la distancia puede derribar este fuerte lazo que nos une. Hoy tienes a los tuyos, así que entrégales todo lo mejor que puedas, que no te quedes pensando que no les dijiste o demostraste cuanto los amabas.
El dejar mis sueños en New York me enseñó a establecer prioridades y saber que la vida te lleva a otros lugares para encontrarte con el camino correcto que debes andar. Esta fue una gran enseñanza. Fue olvidarse de tú «yo» para entregarse a la poderosa fuerza de «nosotros» y saber que cuando las cosas cambian de dirección es porque la vida, sabe a dónde te va a llevar. Años después, al estar en Colombia conocí el amor de mi vida con quien comencé mi vida en Europa y ha sido mi alma gemela, mi soporte, mi compañero de camino desde entonces. La vida sabe a dónde te debe llevar.
La devastadora enfermedad que tuve durante dos años fue una de las pruebas más duras de mi vida, pero también fue el regalo más grande al descubrir los maravillosos tesoros espirituales que estaban esperándome. Esto marcó definitivamente un antes y un después en mi vida en esta tierra. Nada volvió a ser como antes.
El estrés laboral me empujó a conocer mis límites saludables. Me enseñó que no solo se trata de convertir nuestros sueños en realidad pero que también debemos continuar preparándonos energéticamente para mantener el nivel de los regalos del cielo. Y sobre todo me empujó a cambiar de rumbo, a escuchar mi corazón totalmente y tomar muy seriamente mi misión en esta tierra.
El aprendizaje más grande
Una gran amiga de New York, cuando corrí hacia ella llorando por mi dolor causado al conocer la inesperada noticia sobre la muerte de mi mami, me abrazó fuertemente y me dijo: Amiga, Dios no te da pruebas que no puedas superar. Hoy como aquel día, casi 20 años después, llevo esta frase en mi corazón y para mí es el aprendizaje más grande de todos.
Esta es la enseñanza más grande para mí. Siento que Dios, o el universo, como le quieras llamar, te ayuda de miles de formas, pero quiero citarte 3 formas que te pueden servir:
1. Sé que me ayuda a través de las personas
Siempre, si me lo permito, mis amigos, mis familiares, y nuevas personas han estado allí. Son como ángeles mostrándome su luz cuando me encuentro en la oscuridad.
2. Sé que hay una fuerza superior que me puede ayudar
Aquí es entregar nuestro dolor, nuestras lágrimas, nuestra impotencia a esa fuerza más grande para que te ayude a superar. Cuando crees que te toca solo, recuerda SIEMPRE, que tú no te diste a luz a ti mismo, que hay una fuerza más grande que te protege, te cubre y te brinda su amor y protección mientras la tormenta pasa.
3. Sé que es mi responsabilidad ayudarme
Este ha sido mi mayor aprendizaje. Es importante llorar y aceptar la tristeza y lo que estamos pasando. Igualmente es importante cogernos de los lazos que nos pueden estar tirando para rescatarnos. Ayudarnos a cambiar nuestra vida para bien, comenzar a buscar la salida, es nuestra responsabilidad.
Así que es buscar herramientas, libros, maestros, meditar, orar, hacer todo lo que puedas para ayudarte. No tienes idea cuantos cursos tomé, cuantos libros leí, cuanto oré, cuanto medité, y hasta el día de hoy no me duele invertir en mi crecimiento pues sus ganancias se aplican a toda mi vida. Esto es tan importante para mí, que con el tiempo he aprendido que sí, puedo tener una situación difícil pero si estoy viva es porque puedo hacer algo para salir a la luz y mejorar mi situación.
Siempre puedes salir con la cabeza en alto, con más sabiduría, amor, con un nuevo propósito. Recuérdalo siempre: Dios no te da pruebas que no puedas superar.