“Alimenta tu alma de amor y tus miedos morirán de hambre”.
La fe es un valor esencial en nuestra vida, un principio de acción y de poder. Cuando nos esforzamos por alcanzar una meta, estamos ejerciendo la fe. Debemos conectarnos con ella, tener la confianza y certeza de que todo lo que deseamos y pedimos de corazón será concedido para nuestro bien. Es la base fundamental para el logro de nuestros objetivos, ya que la confianza en que las cosas pueden ser como queremos es lo que las hace posible.
La fe nos permite creer en cosas que no podemos ver y esperar aquellas que parecen imposibles. Es el convencimiento absoluto de que hemos de alcanzar lo que ni siquiera vislumbramos.
La fe es un sentimiento de total creencia o asentimiento en relación con algo o alguien y, como tal, se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree. La palabra proviene del latín fides, que significa “lealtad”, “fidelidad”.
En la práctica religiosa, la fe es fundamental. Bajo la fe los creyentes aceptan como verdad absoluta los principios difundidos por la religión que profesan: la creencia en un ser supremo y el sometimiento a su voluntad divina.
Tener fe en Jesucristo significa confiar totalmente en Él: confiar en su poder, inteligencia y amor infinito, lo cual incluye creer en sus enseñanzas. ¿Cuáles son los beneficios reales de vivir una vida de fe?
- Ya no tenemos que preocuparnos por el futuro.
- Nos volvemos seguros, fuertes y valientes.
- Experimentamos alegría.
- Nos hacemos inamovibles.
- Experimentamos milagros.
Una herramienta para conectar la fe es la oración. En estos tiempos cada vez son más las personas que encuentran en la espiritualidad y la oración un refugio ante las pruebas con las que deben enfrentarse.
La oración es la manera de vincularnos con la fuente de poder. Al elevar una oración, sea cual sea, lo que cambia es la forma, porque cada una en su sistema tiene la misma esencia y es conectar con la Divinidad.
El acto de orar tiene un doble efecto: nos conecta con nuestra más profunda interioridad y a la vez con las fuerzas superiores, es decir, nos pone en sintonía con lo mejor de nosotros y con lo más sagrado. La oración tiene el poder de transformarnos, nos vuelve más vitales, seguros y capaces de afrontar lo que se nos presente, porque la oración consuela y fortalece. Por medio de la oración se crece espiritualmente, lentamente disolvemos la mente, el intelecto y el ego y como resultado experimentamos mayor felicidad.
Por otra parte, científicos concluyen que la oración tiene poder para sanar a un enfermo. EE.UU.- Estudios médicos han determinado de manera concluyente, que la oración puede curar a un enfermo, y el hecho de creer en Dios ayuda a vivir más saludable, más feliz, y lo ayuda a vivir más tiempo.
La investigación se realizó en varios hospitales y universidades en Estados Unidos y de instituciones prestigiosas, indican que «la gente que cree en Dios y ora más tiene una mejor salud mental y física», dijo el Dr. Harold G. Koenig, de la Universidad de Duke, según News Max. Koenig agregó que «estudios han mostrado que la oración puede ayudar a prevenir que la gente se enferme, y que cuando se enfermen, se recuperen más rápidamente».
«Los beneficios de la práctica religiosa, particularmente el estar involucrado en una comunidad de fe, son un factor importante para que la gente le haga frente a las enfermedades y experimenten un mejor bienestar, porque tienen más esperanza, son más optimistas, experimentan menos depresión, menos ansiedad», agregó Koenig.»Lo que yo he descubierto me ha sorprendido. En los últimos 30 años un trabajo científico muestra que las creencias religiosas son médica, social y psicológicamente beneficiosas».
Me permito compartirles 3 de mis oraciones favoritas, después del “Padre Nuestro”:
1. Señor haz de mí un instrumento de Paz. Que donde haya odio, yo lleve Amor. Que donde haya ofensa, yo lleve Perdón. Que donde haya discordia, yo lleve la unión. Que donde haya duda, yo lleve la Fe. Que donde haya error, yo lleve la Verdad. Que donde haya desesperación, yo lleve la Esperanza. Que donde haya tristeza, yo lleve la Alegría. Que donde haya tinieblas, yo lleve la Luz. Que yo no busque ser consolado, sino consolar; Que yo no busque ser comprendido, sino comprender; Que yo no busque ser amado, sino amar. Porque dando es como recibimos, perdonando es como se es perdonado, Y olvidando es como se encuentra la felicidad eterna.
2. La oración de la serenidad y en su versión corta, es la siguiente: DIOS Concédeme la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, VALOR Para cambiar aquellas que puedo Y SABIDURÍA Para reconocer la diferencia, HÁGASE Tu voluntad y no la mía, Amén.
3. Querido Arcángel Miguel, como mi guía y protector que eres, pongo en tus manos todos los miedos que tengo (describe) para que me ayudes a eliminarlos y cortarlos con tu espada. Ayúdame a que pueda ver las cosas del lado del amor y de la paz.
A los fines de decirle adiós al miedo y al sufrimiento, además de trabajar la aceptación y abandonar la resistencia a aquello que comporta nuestra realidad, debemos agradecer. Definitivamente, el agradecimiento es mágico. Nos trae infinidad de beneficios: nos transforma, nos permite elegir de nuevo cómo nos sentimos, eleva nuestras vibraciones y nuestra sensación de bienestar.