Nuestra existencia va ocurriendo simultáneamente en tres mundos. El público, el privado y el secreto.
El público es donde ocurre la mayoría de las experiencias que podemos percibir. Las relaciones con los demás, nuestros trabajos, lo que vemos y escuchamos cada vez que salimos de nuestra cama ocupa ese espacio común con muchos otros, donde coincidimos físicamente, nos cruzamos, nos miramos y compartimos.
El privado es el mundo de nuestras ideas, ocurrencias, del que hacemos parte a las personas que elegimos. Nuestros amigos, parte de nuestros familiares y, ocasionalmente, algunas personas a las que dejamos entrar por un instante cuando le abrimos las puertas de nuestra privacidad. Es un mundo que incluye también lo intangible, por lo que las emociones son un ingrediente básico en la experiencia de este mundo privado.
Y el secreto, habitado solo por lo intangible. Donde no sólo puede haber un recuerdo, sino la inolvidable sensación que nos dejó. Es un espacio donde no cabe nadie más que nosotros. O, mejor dicho, donde no cabe otro ser humano. Pero donde tenemos acceso al mundo espiritual. Donde se produce la experiencia de conexión con lo divino.
Mientras más entretenido hacemos el mundo público, menos energía ponemos en la experiencia de los otros dos. Y cuando buscamos compensarlo, lo hacemos con el inmediato, en lo privado. Pero pocas veces recurrimos al mundo secreto, el que podemos experimentar cuando tenemos una relación cercana con nosotros mismos, quietos, en silencio.
Cada uno nos ofrece sus propios regalos. El mundo de lo público nos trae lo que el cuerpo puede experimentar. En el privado, lo emocional, el mundo de las ideas, la cercanía de las personas que amamos y nos aman. Y el mundo secreto nos da serenidad, claridad, visión, paz.
Y el mejor regalo, la sabiduría, se alcanza en el equilibrio de estos tres mundos.
Es por eso que cuando nos sintamos descompensados o que la carga de la realidad nos pesa más de lo que no podemos llevar, revisemos si nuestros tres mundos están en equilibrio.
Ninguno es más importante que otro. Lo público, lo privado y lo secreto.