La maternidad es una experiencia de aprendizaje constante. Requiere calma y serenidad para entender cada momento del bebé; no generar estrés, y angustias innecesarias.
No debes tener miedo de tu bebé. El no habla, pero se comunica muy bien, si aprendes a “entender” su lenguaje. Lo que más necesita es atención, mucho amor y una buena dosis de sentido común.
Errores frecuentes de las mamás primerizas:
- Dudar de su capacidad como madre. Tu instinto maternal es natural, confía en él. Tus sentidos se agudizan.
- Dejarse aconsejar por todo el mundo. Consulta a tu pediatra en primer término.
- No dejar que nadie toque a su bebé. Relájate y sólo deja claro que las personas que estén enfermas, se abstengan de acercarse a él.
- Esterilizar todo hasta que cumpla un año. A partir del mes 4-5, no tienes que esterilizar la totalidad de sus objetos, basta con que esté todo limpio. Salvo que se trate de un bebé prematuro, en cuyo caso, hay que extremar la higiene los primeros meses.
- Bañarlo a diario. Inicialmente con bañarlo 2 o 3 veces a la semana es suficiente. Sobre todo a los que sufren dermatitis atópica, puesto que el manto graso de la piel se altera con el baño y pueden empeorar
- Exagerar el uso de mantas. El calor y la sudoración en el recién nacido se vinculan con la muerte súbita y el riesgo de asfixia. Toca su cuello, y cabeza, constarás si tiene calor. Manos y pies fríos o amoratados, verificarás que tiene frio.
- Mantener la casa sin ruidos mientras el bebé duerme de día. Debes habituarlo a dormir con los sonidos cotidianos de la casa, le ayudará a diferenciar el día de la noche. Al cumplir el mes y medio, los patrones de sueño del bebé empiezan a relacionar los ciclos de luz-oscuridad y está más predispuesto a dormir más tiempo por la noche.
- Ir a urgencias por todo. Acude cuando sea necesario. Aprende a bajarle la fiebre y mantente en contacto con el pediatra cuando sea necesario.
- Imponer horarios de comidas. Al bebé recién nacido, debes alimentarlo cada vez que lo desee. Tiene su propio ritmo: come cuando tiene hambre, despierta y duerme cuando tiene ganas.
- Cambiarle de pecho antes de que termine. Para cumplir con una adecuada lactancia debes respetar sus tiempos y procurar que vacíe los dos pechos en cada toma. La leche del final es la que más alimenta y sacia, porque tiene más grasa que la del principio.
- Rasparle la cabeza para que el pelo crezca más fuertes. Los dermatólogos no recomiendan hacerlo, primero porque no es cierto que el pelo crezca más fuerte y segundo porque si el bebé es muy pequeño, es posible que pierda calor corporal por su cabecita.
- Dejarlo llorar. Cuando el bebé llora, debes cogerlo en brazos y consolarlo. Trata de averiguar que le sucede o necesita.
- Eliminar al padre de la rutina del bebé. El papel del padre es fundamental desde el inicio del embarazo. Debe participar en todas las tareas; cambiar pañales, bañarlo y alimentarlo cuando corresponda.
- Adornar mucho la cuna y olvidarse de la seguridad. Se han desprendido objetos causando daños al bebé.
- Alimentarse mal cuando están amamantando. Es fundamental una dieta sana y equilibrada.
- No coordinar sus horarios de sueño con lo del bebé. Trata de hacerlo para que no te venza el agotamiento. Por lo menos cuando se pueda.
- Hacer comparaciones con otros bebés de la familia. Cada bebé tiene un desarrollo y personalidad propia.
- Acostumbrarlo a dormir en la cama de los padres. Es peligroso, pueden asfixiarlo o causarle algún daño mientras duermen.
- No pedir ayuda. Creerse super mamá. Admitir nuestras limitaciones, demuestra que somos humanas y sensatas.
- Poner siempre al bebé en primer y único plano. El bebé necesita de una madre sana, bien preparada y atenta, para que pueda desarrollarse plenamente. Descuidarse de sí misma, es descuidar la salud del niño. Es importante que la madre, entre otras tareas y actividades, realice ejercicios físicos que estimulan la liberación de endorfinas, disminuyendo el cansancio y elevando la autoestima, además de facilitar la producción de leche.