En una relación de pareja hay dos personas. Obvio, ¿No? Por lo menos en este lado del mundo (en la cultura occidental) todos elegimos a la persona que deseamos. O bien, nadie nos obliga a estar con una persona que no hayamos elegido antes.
Eso es una pareja
Pensemos que una persona, (quizá tú que lees este artículo) decidió vivir en el mismo espacio que su pareja. Casados o no, eso es irrelevante. Para efecto de explicar mejor este artículo pensaremos que están “casados”.
Cada persona de esta relación eligió a la otra en su vida.
Pero los hijos no tienen la opción de elegir a sus padres una vez que son sus padres.
Veamos, quizá tuviste una o dos parejas antes de la actual. A esas personas les decimos “ex” pareja. Ya no estás relacionado o relacionada con ellos.
Sin embargo, los hijos son hijos siempre.
NO se puede tener “ex padre” o “ex madre” obviamente tampoco “ex hijos”.
Los hijos solo juegan el papel de espectadores de la vida de sus padres, mientras ellos enfrentan un dilema personal:
“Ahora qué va a pasar conmigo?”
El hijo no suele juzgar a sus padres, solo los ama. Espera ser aceptado por ellos, amado, protegido y guiado. La separación de sus padres no está en sus manos, pero como hijo no sabe manejar una situación así.
La realidad del divorcio es que los padres están enfocados en sí mismos; Hay mucho que asimilar para lo que nos están listos o se sienten superados. Así que se olvidan de los hijos, de sus emociones y de la interpretación que ellos le dan al evento de la separación de sus padres.
Para el padre o la madre hay cosas “más importantes que atender”, como el rechazo de su pareja, la situación económica, la pérdida de control sobre la situación, los cambios que se avecinan (emocionales y financieros), las expectativas de la familia en relación a esa relación…todo parece más importante. Excepto las emociones de los hijos.
Al mismo tiempo, sale a relucir la incapacidad de los padres de comunicarse (claro, si no pasó durante el matrimonio ¿Cómo pasaría al romper la relación?), no saben hacer acuerdos y se intensifica la lucha de poderes.
Los hijos se convierten en la artillería pesada. El cetro de poder.
Nuevamente, el hijo no juzgará al padre. Tampoco juzgará a la madre. El hijo solo amará a sus padres y esperará que ellos lo amen.
Si sus padres no lo aman, para el hijo será como perder el alma. Quedará a la deriva, sin dirección y si guía.
Algunos padres, suelen usar de carnada a los hijos. Otros de aliados en la nueva guerra declarada.
El hijo optará por la supervivencia. Hará lo que sus padres le digan que lo haga sentir aceptado e incluido.
¿Puede un padre o una madre sembrar infelicidad o tristeza en sus hijos?
La respuesta inmediata siempre es “NO”. Pero esto ocurre. No de forma deliberada, intencionada, no, pero los hijos no pueden divorciarse de sus padres, puesto que siguen siendo sus hijos aunque alguno de ellos salga de su vida.
¿Y qué hacer para no divorciar a los hijos?
El mejor escenario para el hijo o los hijos es que papá y mamá le hagan saber que es importante en sus vidas. Que ningún evento cambiará el amor que ellos sienten por él o ella.
El “piso” de los hijos son los padres. Ellos le darán estabilidad y seguridad con solo amarlo a pesar de las circunstancias.
¿Suena fácil? Sí. Siempre es fácil la teoría, la práctica es la que nos hace maestros de nosotros mismos. Es la que eleva nuestra calidad humana.
En la práctica es donde están nuestros valores.
Y si tú estás en tu proceso de divorcio, espero que este artículo te ayude. Si ya te separaste, espero que voltees a ver a tus hijos y los puedas comprender mejor.
Otra cosa que puedes hacer es buscar ayuda.
Si te interesa contactarme puedes hacerlo a esta dirección de correo
info@shalamugica.com
Con cariño
Shala