Me reencontré con un antiguo cliente. Fue maravilloso ver todos sus logros y avances. Decía que su trabajo personal lo había hecho cambiar su vida y que sus resultados eran tan buenos que lo seguían sorprendiendo; hacía el símil como si antes veía en un tv en blanco y negro cuando ahora podía ver en HD (Alta definición). Comentaba que para el era lamentable que no todos quisieran recurrir a estas opciones y que por eso sus vidas no eran satisfactorias.
Sentí mucha alegría por ver cuanto está recogiendo de sus siembras del pasado y de la consciencia que ahora tiene de si mismo y para manejar sus relaciones y su trabajo. Podríamos decir que ha recorrido buena parte de los caminos que propone Bob Mandel en su Proyecto Internacional de Autoestima. ¡Bien por el!
A propósito de esto, hay un camino muy importante, que se debe recorrer cuando se llega donde este cliente ha llegado, el de la humildad. Luego de fortalecerte en muchas áreas y ver lo único y valioso que eres, puedes estar tentado a perder la perspectiva de todo esto. Bajo este modelo que llamamos autoestima espiritual, proponemos que debes tener un balance justo entre saber la grandeza de la que estás hecho y la claridad de que todos somos iguales.
Hay muchas malas interpretaciones de la humildad. A veces pareciera que es lo opuesto a la arrogancia, pero una sana autoestima te invita –por ejemplo- a reconocer los talentos que Dios te ha dado, sin presumir de ellos, pues sabes que Dios hizo lo mismo con todos tus hermanos; más bien te invita a usarlos al servicio tuyo y de la humanidad. Por otra parte, está esa idea que Dios es todo y tu nada y puede ser que al ver la inmensidad de la maravillosa creación, te sientas insignificante; pero recuerda que como hijo de Dios, tienes una chispita de Su grandeza dentro de ti.
En mi opinión, este camino de la humildad te hace ser lo mejor que puedes ser como una forma de honrar a ese Dios que vive en ti y al mismo tiempo te llena de compasión por aquellos que aún no conocen esta verdad. También te brinda flexibilidad para saber que siempre hay muchos caminos para llegar a un sitio y que no eres dueñ@ de la verdad sobre cómo se debe vivir una vida. Finalmente, la humildad te ayuda a reconocer que sigues siendo esencialmente el mismo en tu momento de mayor éxito, como cuando afrontas un fracaso, pues a lo largo de la vida muchas veces tendras subidas y bajadas.
¿Cómo fortalecer tu humildad?
- Desarrolla una actitud de gratitud, por lo bueno y también por las lecciones.
- Sé honest@. Ten el valor de hablar tanto de tus atributos como de tus áreas por mejorar.
- Recuerda que eres igual a quien miras para arriba, tanto como aquel a quien miras para abajo.
Si estás interesado en conocer más sobre este modelo, te recomiendo el libro Maximízate, 10 caminos para lograr todo tu potencial de Bob Mandel.