Si tu hijo está obsesionado con la comida, pasa el día buscando alimentos y pareciese que no logra satisfacerse. Debes poner atención e implementar algunas medidas.
El primer paso, es observar si esa ansiedad por la comida obedece a algún problema emocional. Aquí algunos signos que te ayudarán:
- Muestra obsesión por la comida.
- Piensa en su próxima comida sin haber terminado la que está consumiendo.
- Come muy rápido y de manera compulsiva.
- Pareciera no saciarse aun cuando debería estar lleno.
- Ingiere cantidades muy grandes de alimentos para su edad, en muy poco tiempo.
Aunque parezca poco frecuente, muchos niños pueden utilizar la comida como una manera de aliviar emociones, como el estrés, la ansiedad, la tristeza, la rabia y la ira.
Antes de tomar cualquier acción, es importante sopesar sus efectos para no equivocarnos y causar un daño mayor. Si la alimentación se convierte en una forma de control, no solo va a ser ineficaz, sino que puede generar consecuencias desfavorables.
Recomendaciones:
- Mantén un horario regular de comidas. Preferiblemente, 3 comidas livianas y 2 a 3 meriendas.
- Llena tu despensa y nevera de abundantes alimentos saludables. No de alimentos altos en calorías y poco nutritivos. Si el niño pide un alimento alto en calorías, no le restrinjas el acceso, pero ofrécelo con moderación, sin hacer comentarios al respecto. Si insiste en tener dulces y golosinas en la casa, cómpralos con menos frecuencia, una cantidad adecuada y explícale donde están.
- Ofrécele alimentos sanos y bajos en calorías entre las comidas. Frutas, gelatina, yogurt, queso, vegetales crudos cortaditos, galleticas bajas en grasa y sal, cotufas, entre otros.
- Créale el hábito de tomar agua. Es importante que se mantenga hidratado y desde pequeño prefiera beber agua que gaseosas o refrescos. Cuando tenemos la boca bien salivada, y eso se consigue bebiendo agua, baja el nivel de ansiedad, según algunos expertos.
- Evita restringir alimentos o etiquetarlos negativamente. Mensajes como “el azúcar, las harinas y las grasas son malas”, o el uso de términos como “cochinadas”, “comida chatarra o basura”, contribuyen a aumentar el deseo del niño por lo etiquetado como prohibido. Controlar los alimentos que ingieren de una forma autoritaria puede generar aún más ansiedad.
- Ayúdalo a reconectarse con sus señales internas de hambre y saciedad. La ansiedad desestabiliza esta autorregulación, y es en este momento cuando debemos enseñarles de nuevo cómo regularse de forma natural. Hay que saber diferenciar entre hambre, apetito y saciedad.El primero se refiere a la necesidad de alimentarse para poder tener la energía necesaria, el apetito se corresponde con el placer de comer y por último, la saciedad es el momento en el que se han satisfecho tanto el apetito como el hambre. Para que el niño entienda qué le sucede, es muy importante que con sus propias palabras explique qué le pasa o qué siente antes de comer, y cómo se siente después de comer.Si estos reguladores internos se preservan con la ayuda de una alimentación adecuada por parte de quienes les cuidan, los niños pueden desarrollarse de forma saludable.
- Enfócate en la salud y no en el peso. Háblale de la importancia de cambiar los hábitos alimenticios a unos más saludables, pero no te centres en el sobrepeso.
- Incentívalo a practicar algún deporte, sea de práctica individual o colectiva.
De ser necesario, visita al médico para que estudie el caso concreto y te proporcione el apoyo necesario para solventar la situación.