La palabra enemigo se define como una persona con la que el desacuerdo externo hace innegociable o intolerable la relación. Es alguien que se opone a nosotros en ideas, creencias políticas, religiosas o de valores diferentes. Cuando analizamos con cuidado estas palabras vemos que el ingrediente que principalmente falta en este contexto es el amor.
Encontré una frase que nos ilustra de una manera exacta lo que quiero expresar con mis palabras y es del filósofo Lao Tse: “Cuando el cielo quiere salvar a un ser humano le envía amor“.
¡Siempre resulta más fácil estar de acuerdo con el que nos comprende, el que nos quiere y no nos contradice en nada! Pero, ¿qué mérito tiene aceptar y amar a los que nos aman de forma incondicional? De esto deriva lo que algunos denominan el trabajo del amor y éste es necesario con estos seres con los cuales hay diferencias e intereses diametralmente opuestos a los de nosotros. A ellos los etiquetamos de egoístas, malos, ignorantes y perversos.
Todo lo que dije anteriormente hace que esa palabra enemigo cada vez resuene menos en mí. Mi espíritu sabe que la manera que yo defino a esta persona que me ataca (o que yo creo que lo hace) lo que en muchas ocasiones está pidiendo es amor y comprensión.
Ese enemigo ve la vida bajo su óptica y sus creencias. En esta visión todo lo que él siente es justificable para él.
Si cada uno de nosotros creyera de verdad que tenemos un sabio interno que es nuestro espíritu, y que no ve las experiencias como malas ni buenas, veríamos al final que todo hace expandir nuestra consciencia y nos lleva de vuelta al reencuentro con nosotros y nos alinea con nuestra verdadera esencia.
Hay un aspecto que todavía en mi parte humana no deja de asombrarme, y es la existencia de personas que en algún momento se amaron y ahora no se dirijan la palabra, que ni siquiera se puedan ver. Una pregunta que surge ante esta situación es:¿Cómo es posible que algunas personas que tenía en mi vida y que pensaba entrañables, con los que compartí un caudal de emociones, vivencias, miedos, momentos maravillosos, situaciones dolorosas, ahora nos hayamos bloqueado en una red social y en nuestra vida?. Esto me lleva inexorablemente a una profunda introspección. Todavía llevo la esperanza en mi sentir de mover los corazones hacia la concordia y a lo más valioso que todo ser humano pueda tener: la paz.
Para que sigamos siendo enemigos yo te tengo que odiar de vuelta, y aunque reconozco que tenemos diferencias importantes, que muchas veces por orgullo y falta de diálogo no podemos reconciliar quisiera que nos dejáramos de ver como tal.
Uno de los autores que más me gusta es el doctor Wayne Dyer. Este decia que ningún resentimiento se justifica. Aunque hay cosas en la vida que te golpean fuerte, nuestro yo superior sabe que quedarse anclado en este sentimiento no nos lleva hacia los caminos de luz, ni de salidas más ligeras para nuestro vivir. El no permitir que algún sentimiento pesado que le pertenece quizás a la persona que lo está proyectando sea la fuente de tu resentimiento, sino más bien, en ese reflejo permite ver (aunque no te agrade) el regalo de lo que si puedes mejorar en ti.
Ninguna ofensa te puede herir si en realidad lo que te dicen no lo consideras como una verdad. Este pensamiento te llevará a encontrar el bienestar y la paz que sobrepasa todo entendimiento
Si te ofendieron o fuiste tú el que ofendiste quizás sea el tiempo de buscar las vías para empezar a sanar. Si no te encuentras preparado para dar este paso solo medita esa tendencia que tienes (y que todos en algún momento la poseemos) de convertir lo externo en el responsable o la fuente de tu infelicidad.
¡Muchas veces por decisión propia el verdadero enemigo no es el otro! Es nuestra mente con sus pensamientos de carencia, de debilidad, de sentirse incapaz, el que te hace buscar a todos los culpables fuera: en los gobiernos y en las personas que te rodean (parejas, amigos y familiares).
Es tiempo de voltear la mirada hacia nosotros, a lo único que podemos cambiar a nuestro beneficio. Es momento de volver al amor porque este es sin lugar a dudas el punto de partida donde ese enemigo se diluirá para siempre.
Les deseo paz.