¿Te has planteado dejar de fumar de cara a este nuevo año que empieza? ¿Lo has intentado en múltiples ocasiones, pero sin éxito? ¿Estás teniendo en cuenta el factor emocional a la hora de dejar esta adicción? Te explico cómo puedes lograrlo, desde el punto de vista de la BioEmoción.
Fumar, al igual que cualquier otra adicción, tiene un fuerte componente emocional. Además, el tabaquismo es una adicción muy común en nuestra sociedad. A parte de la adicción física, debemos prestar atención a nuestro inconsciente: la mente inconsciente encuentra una estrategia satisfactoria para apaciguar una necesidad muy profunda a través del tabaquismo. La verdad es que este componente emocional cambia para cada persona, porque cada uno lo vive a su manera, pero a prácticamente todas les remueve la pregunta: “¿qué tal con mamá?”.
¿Cuál es el sentido biológico de fumar?
En este caso, podemos encontrar hasta 3 sentidos: reproducir el gesto de mamar o chuparse el dedo que nos remite a mamá (alimento). Proporcionar ahogos en la respiración que nos permite afrontar el miedo a la muerte. Y emborronar (llenar de niebla) nuestro entorno.
Si presentas esta adicción, es posible que necesites (o hayas necesitado) que tu mamá esté a tu lado para afrontar un reto. Es la manera de solicitar ayuda de mamá de la forma equivocada. “Quiero que ella me vea como incapaz, porque sólo así me ayudará”. Pueden ser cosas tan aparentemente sencillas como afrontar mi adolescencia, salir adelante de un problema escolar o profesional. No hay edad. Por lo que si yo no expreso mis necesidades, para mí será más fácil afrontarlo todo con esta adicción.
¿Qué conflicto se esconde en el fondo?
Como hemos visto, suele haber un conflicto de madre y de territorio. Me falta la madre, el amor materno, el alimento de mamá, en mi vida. El humo es como niebla que inyecto en el territorio. “Me siento apartado del territorio”, «Me siento invadido en el territorio». Necesito una atmósfera conocida que me haga sentir seguro y me haga sentir acompañado.
El humo del tabaco nos inhibe de situaciones de “falta de cariño” relacionada con nuestra madre. También puede ser que nos sirva para poner una cortina de humo para evadirnos de mamá. En todo caso ella siempre está presente.
Las madres por exceso o defecto nos dan su amor, cariño y protección a su manera, pero ¿cómo nos sienta eso a nosotros? Si nos dan demasiado nos sentimos atados, por el contrario si nos hacen poco caso, nos sentimos abandonados.
Normalmente, casi todas las personas que fuman o han fumado se han iniciado en este hábito a edades bastante tempranas, en la adolescencia o al principio de la edad adulta. Esta época es una de las más delicadas porque queremos gestionar nuestra propia vida, pero carecemos de la experiencia y de madurez emocional.
¿Qué emoción biológica se oculta?
El cigarrillo está vinculado a los pulmones, símbolo de vida, libertad y autonomía, comunicación entre yo y el Universo. Está considerado como una forma de protección, un velo que me permite ocultar ciertas angustias profundas. Creo protegerme por esta pantalla de humo que me rodea y que me impide ver la verdad.
Inconscientemente, el cigarrillo colma también necesidades pendientes de la infancia, primeras tomas de pecho, calor, amor, afecto de la madre. Enciendo un cigarrillo sin pensar en ello, es una costumbre, un gesto automático, un hábito que se ha hecho muy importante para mí. Necesito equilibrar en más o en menos medida mi ansiedad, mi estrés. Quiero encontrar “la paz de mi madre”, la seguridad de ésta. Si fumo, es porque huyo una situación demasiado desagradable, mi familia, mi vida. Este humo hace que mis decisiones estén aún más nebulosas.
Las creencias habituales detrás de este hábito son las siguientes:
– Huyo de mí mismo
– Tengo miedo a fracasar
– No sé amarme y mucho menos expresarlo
¿Cómo libero esa emoción biológica?
El tabaquismo tiene un componente emocional que es imprescindible identificar y desbloquear. Estas son las preguntas clave que debemos poder responder:
¿Cuándo empecé a fumar? ¿Qué situación estaba viviendo yo con respecto a mamá?
A veces ni siquiera lo recordamos porque nuestro inconsciente se ocupa de guardarlo y esconderlo. Pero no se olvida. Está todo almacenado en nuestro subconsciente y es ahí donde la BioEmoción actúa, destapa, te lleva al consciente y te desbloquea. Es por este motivo que muchas veces dejamos de fumar pero recaemos: porque la situación inicial que originó nuestra adicción sigue atrapada en el momento en que empezamos a fumar. Hay que ir atrás en el tiempo, revivir el momento y solucionar el conflicto desde ahí.
¿Qué te puede ayudar?
Identificar tus necesidades auténticas. Aceptar comunicar más y de un modo más eficaz. Si quieres dejar de fumar, sería bueno que encontraras la causa emocional a la cual está vinculada esta costumbre. Entonces verás más claramente lo que realmente quieres en la vida y tus necesidades estarán colmadas en armonía con tu ser auténtico. Debes tratar el origen emocional de la ausencia o exceso de mamá para dejar de estar necesitados de protegernos o calentarnos con el humo, de necesitar succionar, de ponernos una careta de adultos y limpiar nuestro inconsciente para solucionar la raíz del conflicto. Hazte con el acompañamiento de un profesional, si es necesario. Todas las adicciones, esconden algo. Toda adicción evita el contacto con la emoción. Puede ser un sentimiento de vacío existencial, falta de amor, sentirse solo, desconexión con nuestro ser superior. Nuestra realidad nos hace sufrir y la adicción enmascara nuestro sufrimiento de forma temporal.
¿Qué escondes tú?
Recuerda: la causa probable del inicio del acto de fumar es la creencia de que uno no se siente seguro para afrontar una situación: “Con un cigarrillo me siento seguro”. El nuevo modelo mental que debes adquirir es “Ahora descubro lo maravilloso que soy. Decido amarme y disfrutar de mí mismo”.