Una de las cosas que hace complicadas las relaciones son las expectativas. Si le das algo a alguien podría crecer una idea en ti de lo que debería ocurrir a continuación. Este tema es muy interesante y puede ayudarte a evitar conflictos, así que continúa.
Una anécdota de dolor por las expectativas.
Hace unas semanas estaba escribiendo un artículo donde hablaba del balance entre el dar y el recibir. Y justo en ese momento fui testigo de unos eventos que me hicieron pensar sobre este interesante tema pero desde otro ángulo. Te cuento más:
Una colega querida para mí, ha apoyado el trabajo de quien durante tiempo fue su maestro.
En este momento ella quería ser recompensada y pidió un trato especial. A esto, el maestro respondió que quería apoyarla buscando otras posibilidades, porque no podía dar lo que ella quería. Como mi querida colega no recibió lo que solicitó, herida decidió retirarse, argumentando que luego de tantos años apoyándolo, ella merecía lo que estaba pidiendo.
En mi caso sólo fui testigo, tratando de observar la dinámica que ocurría. Tenía mis opiniones, pero luego la vida me dio la oportunidad de ver otro ángulo de esta historia. Carmen, que ha sido alumna de esta maestra, me comentaba que se sentía decepcionada, porque ella había hecho muchas tareas para apoyar el trabajo de esta maestra y no recibió de su parte el apoyo que necesitaba en un momento importante en su vida.
Es decir, aquello que mi querida colega esperaba de este maestro, era algo que otra persona también reclamaba de ella. No sé si mi colega sabía de esta sensación de Carmen y simplemente no estaba de acuerdo con ella o no sabía nada.
¿Desde dónde das? ¿Por qué das?
Una reflexión importante que hice ante todos estos eventos y que a mí también me ha pasado en algunas ocasiones tiene que ver con el hecho de dar y lo que esperas a cambio.
En el primer caso, con mi querida colega, yo no veía igual que ella, la deuda en la que estaba nuestro maestro. En mi caso le he apoyado, porque creo en su causa, porque he querido sumar a un objetivo que para mí es común. Entonces lo que he dado, no me ha generado ninguna expectativa de recibir algo adicional. Al mismo tiempo podía ver con compasión el dolor de mi colega. ¿Te ha pasado algo similar?
Para mí, para evitar estas situaciones debemos tener mucha claridad y responder estas dos preguntas que son vitales. ¿Por qué estoy dando? ¿Desde qué parte de mi estoy dando? Estas preguntas debes hacértelas si quieres que tus relaciones estén siempre limpias. Y si tienes un desafío con tu autoestima, debes tener mucho más cuidado aún.
Cuando das para que -de alguna forma- consigas amor, aprobación o algún tipo de reconocimiento, allí hay un problema. Esto se agrava más aún cuando lo que das no es algo de tu total agrado, es decir que hay algo de sacrificio de tu parte para complacer al otro. Créeme, eso no es un acto de amor por el otro y menos por ti. Y te darás cuenta que cuando haces eso, inconscientemente estás llevando una cuenta de lo que la otra persona te debe. Ahí se enreda la cosa. Porque en la consciencia de la otra persona no hay tal deuda y te dirá no cuando quiera o sienta hacerlo.
¿Dónde se cierra el círculo cuando das?
Carmen, es mi amiga y algunas veces me ha organizado eventos. En la conversación ella me decía que tenía la misma sensación conmigo que con mi colega. Comentaba que ella me había organizado cosas y que sentía que se merecía un trato especial de mi parte. Para mí fue una sorpresa oírlo luego de tantos años. Desde mi criterio, si alguien trabaja contigo un proyecto que termina exitoso, se agradece, se distribuyen las ganancias y se celebran los aprendizajes. Y allí se acaba y se cierra el círculo. Mi amor por ella está y estará independientemente de cualquier trabajo que hagamos o dejemos de hacer.
Sin embargo, creo que donde queda la falta, tratando de entender a Carmen, es que probablemente cuando empezó a hacer el trabajo, lo hizo no por convicción, sino porque quería buscar algo más, alguna forma de amor. En mi caso le dije que disfruté muchos momentos hermosos con ella, conocimos gente bonita, servimos, aprendimos y ganamos dinero y allí estaba toda la experiencia. En mi criterio, nada quedaba pendiente, lo único que sentía era amor y gratitud.
Si te sientes identificada(o) con Carmen, tal vez debes preguntarte qué es lo que buscas cuando dices sí a una persona. Bien sea para un proyecto, una relación, una amistad, o incluso para un favor. Nuevamente esas preguntas de la sección anterior son valiosas, ¿por qué das lo que das?
¿Crees que cuando das la gente está en deuda contigo?
Tal vez este artículo luzca inconcluso. Y es porque deseo dejarte la interrogante para que puedas hacer tus reflexiones. ¿Cuántas veces das algo que no querías verdaderamente dar por complacer a alguien? ¿Cuándo das algo a alguien, crees que ellos tienen obligación contigo? ¿No es suficiente para ti el hecho de disfrutar ese acto de dar y de ver feliz a alguien que amas?
Ciertamente son muchas preguntas, pero creo que bien vale reflexionar al respecto y encontrar algunas respuestas. Espero lo hagas.