Plantearemos una separación de una pareja que ha compartido la visión de una vida en pareja, ya sea divorciados o separados se encuentran al borde de la separación o han decidido separar sus vidas… ¿qué pasa con los hijos?
En la mayoría de los casos, los padres están tan abrumados con su dolor que prestan muy poca atención a sus hijos, no son conscientes de la forma en que ellos viven el proceso de separación de sus padres.
Y es que la ruptura no es nunca espontánea, empieza con una fisura que se convierte en fractura y posteriormente termina por resquebrajarse en pedazos. Sin embargo, cuando sucede siempre toma a alguno de los dos por sorpresa, suele ser devastador.
“Mi matrimonio terminó” – se dicen los padres a sí mismos porque hasta ese momento la familia había sido una especie de combo (papá, mamá, hijos) y ya no es más esa familia idealizada que alguna vez soñaron.
El núcleo familiar cambió para los padres separados, pero no para los hijos.
Los hijos siguen formando parte de la misma familia: “Yo como hijo, sigo siendo hijo de mi papá y de mi mamá y ellos siguen siendo mi familia”
La mayoría de los hijos de padres separados resultan “divorciados” de uno de sus padres y generalmente se espera de ellos que formen alianza con aquél que se siente la víctima del otro padre.
Un ejemplo es una mujer que descubre el engaño de su pareja, enfrascada en su dolor, buscará manifestar su dolor en todas las formas posibles. La simple separación no es suficiente, muchas mujeres usan a sus hijos para causar dolor a su pareja.
La relación de pareja acabó, pero el dolor no está canalizado. Se estanca y se hace profundo, lo que ella espera es que sus hijos entiendan su dolor, que empaticen con ella y que se unan a él DESDE SU ROL DE PAREJA.
La separación de pareja es completamente independiente de la relación de los hijos y los padres.
No existen ex hijos y no existen ex padres
Los hijos no deben divorciarse de sus padres solo porque ellos no lograron prosperar su relación como pareja
Específicamente en los casos donde los padres han estado involucrados y presentes en la crianza de sus hijos, claro, no hablamos de los casos en que uno de los padres ha fallado en su rol como guía y padre de sus hijos.
¿Por qué merece un “infiel” (retomando el ejemplo anterior) convivir con sus hijos después de haber engañado a la pareja?
Porque la relación que tienen los hijos con su padre no es de pareja, sino de hijo-padre o hijo-madre.
Y todos los seres humanos somos merecedores del cariño de los padres, especialmente si tenemos al padre para recibirlo.
No somos excelentes seres humanos, somos humanos y ya. Podemos fallar como padres y como parejas y cada relación tiene diferentes criterios para ser evaluada.
Es muy raro que los padres divorciados presten atención a las necesidades emocionales de los hijos, puesto que el solo hecho de atravesar su dolor ya es demasiado difícil de sobrellevar. Sin embargo, en algún punto del duelo de la separación habrá que voltear a ver cómo están los hijos para reafirmar que nada de lo que ocurre es culpa suya y tampoco es un asunto que les corresponda a ellos resolver.
Lo único que los hijos necesitan es saberse amados por ambos padres, no importa qué y no importa cómo. Juntos o separados siempre serán “el hijo de” y que eso no cambiará el amor que los padres sienten por ellos.
No se puede evitar el divorcio o la separación de los padres, pero se puede hacer sentir amados a los hijos que no pidieron el divorcio.
Este es el mejor camino a la formación de un adulto responsable y equilibrado, en el futuro.
¿Has pasado por un divorcio?
¿Conoces a alguien que esté por separarse?
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Shala Múgica