Probablemente estés pensando que es tu pareja si la tienes, tus hijos, tu madre, un hermano, una amiga, pero ¿Sabes qué? no es cierto, la persona con la que más hablas es contigo mismo, aunque puede que no estés consciente de eso.
Desde que te levantas inicias un diálogo interno, el cual puede ser positivo o totalmente desalentador, lleno de quejas y, no cabe duda que es un proceso fundamental no solo en la emocionalidad con la que vivimos nuestro día sino además un determinante de nuestros logros, nuestros tropiezos, nuestro éxito y nuestro fracaso.
Llegamos a permitirnos a nosotros mismos mensajes que no le aceptaríamos a ninguna otra persona, es más, si otro nos dijera lo que nosotros mismos nos decimos, iniciaríamos un reclamo o una discusión ¿Cómo te atreves a decirme algo así?
Entonces, ¿por qué nos decimos cosas cómo?
- Si soy estúpido.
- No puedo con esto.
- Que horrible estoy.
- La suerte no está hecha para mí.
Y así infinidad de mensajes que gota a gota van lesionando nuestra estima personal,
nos deprimen, nos estresan.
Cuando estamos desde el personaje crítico interno podemos imaginar los escenarios más fatalistas, escenarios que en un 90% de los casos no llegan a ocurrir, pero que los sufrimos intensamente como si fueran reales.
¿Cómo generar un diálogo interno saludable?
Sal del rol pasivo:
A todos nos llegan pensamientos negativos producto de nuestras inseguridades y miedos y, quedarse escuchándolos es permanecer en un rol pasivo; para contrarrestar la situación, se requiere asumir un rol activo donde nos hablemos de vuelta, de forma enérgica, haciendo uso de nuestra sabiduría y discernimiento de forma de restar validez a esos mensajes negativos. Mensajes como no es así, yo puedo, yo soy capaz, lo que estoy pensando no tiene base, soy un triunfador, soy un milagro de la vida, todo está bien, puedo superar y aprender de mis experiencias son ejemplos de un rol activo en acción.
Escribe lo que piensas:
Es importante para identificar tus pensamientos porque como te decía, muchas veces no somos conscientes de ellos. Una vez escritos el siguiente paso es cuestionarlos haciéndote preguntas del tipo ¿Qué evidencias tengo que esto que pienso es cierto? ¿Cómo contribuye esto que pienso en mi salud mental y en mis emociones? El tercer paso es sustituir cada pensamiento negativo en uno positivo, darle vuelta a la tortilla.
Esfuérzate en encontrar lo positivo:
Sea cual sea la situación busca lo positivo que trae para ti y si no lo vez concéntrate en agradecer la bendición que con seguridad te trae.
Desarrolla pensamientos de agradecimiento:
La gratitud es una excelente ayuda para desarrollar un diálogo interno positivo, desde que comienza el día podemos agradecer el regalo que se nos ha dado, y luego, agradecer eso que tenemos y que damos por sentado como por ejemplo poder caminar, mirar, escuchar, el sol que nos calienta, ese árbol frondoso y la sombra que nos da, entre otras.
Siempre tendrás la posibilidad de elegir en que pensar. Hoy te invito a liderar los pensamientos que llegan a ti. Decidiendo cuáles son favorables y hacerlos crecer y cuáles te hacen daño o te restan para sustituirlos. Tu realidad se construye en base a tus pensamientos de modo que llegó el momento de no dejarte llevar sino de asumir con total responsabilidad esos mensajes que acompañan tu mente en cada momento.
Liliana Castiglione
Psicóloga