Una de las claves de la felicidad, individual y de pareja, las puedes encontrar cuando rescatas a tu niño interior. Porque un niño es puro y bondad, tienen espontaneidad y son transparentes, son alegres y optimistas, viven el momento con intensidad y mucha energía, son tiernos y dispuestos a dar cariño y vivirlo sin reservas, son intuitivos y no riñen con las emociones, se maravillan ante el mundo incluso con las pequeñas cosas, son curiosos y sueñan todo el tiempo.
- Pureza y bondad de los niños: si rescatas tu niño interno con seguridad conseguirás herramientas para rescatar tu vida en pareja. Es el caso de la pureza y bondad presente en todo niño, alejada de los rencores e iras que tanto mal le hacen a las relaciones. Porque debemos ser capaces de superar el pasado para que no afecte disfrutar del presente.
- Espontaneidad y transparencia: nada más fresco para una relación de pareja que la espontaneidad propia del niño que tienes adentro. Sólo debes recordar aquellas épocas en decías y expresabas lo que sentías, en forma natural y transparente. Sin temor a hacer el ridículo. Porque las parejas para revitalizare necesitan hacer un poco más el ridículo, o mejor dicho
no importarles hacerlo. Lo cual implica cantar, bailar, entretenerse sin temor. - La alegría y el optimismo: con el tiempo y la aparición de los problemas empiezas paulatinamente a dejar la alegría de lado, sin darte cuenta que con ello afectas la relación de pareja. Porque no hay nada más incómodo que escuchar al lado sólo quejas y reclamos, malos augurios y cantaletas. No porque no existan, sino porque no debemos quedarnos en ellas, sin salida. El optimismo es necesario para equilibrar la vida y no debemos dejarlo de lado.
- Vivir con intensidad el momento: algo que aprendemos de los niños es la intensidad con que viven cada momento, como si no existiera mañana. Si lográramos de adultos hacer lo mismo, veríamos un cambio de actitud en nuestra vida, ara pasar a disfrutar cada instante y ser más plenos. Lo mismo se puede aplicar a las parejas, quienes no deberían preocuparse por el futuro, afectando su momento presente.
- La ternura y el afecto: se cree que el adulto debe ser fuerte, no inmutarse ni ser emotivo, reducir su expresión y hasta se llega a expresar que se debe comportar como adulto. ¿A qué nos referimos con esta expresión? Acaso a que ¿la ternura y afecto se deben eliminar de nuestros comportamientos? Nada más dañino para la relación de pareja que la falta de caricias y expresiones afectivas. Sólo debemos recordar aquellos espacios de niño en donde podíamos expresar afecto y cariño sin limitaciones.
- La intuición: ser intuitivos en la relación de pareja involucra desarrollar nuestras antenas para observar y escuchar las necesidades del otro. Para dar un abrazo sin reproches en el momento oportuno, hacer silencio cuando la pareja necesita simplemente desahogarse sin consejos, dejar espacio cuando existe agobio, estar presente cuando se requiere apoyo. Es decir intuir para beneficiar y no afectar.
- Maravillarse para no perder la novedad y deseo: la experiencia, el cansancio y la costumbre, nos limitan nuestra capacidad para maravillarnos de las pequeñas cosas, que son fundamentales para la felicidad. El mismo aleteo de una mariposa, el nacimiento de un ser, la respiración y el funcionamiento perfecto de nuestro cuerpo, son hechos para maravillarnos. Despierta nuestro deseo y las ganas de seguir mejorando.
Los niños son seres perfectos de quienes podemos aprender mucho para recuperar nuestra felicidad y mejorar nuestras relaciones de pareja. Fuimos niños y sólo debemos traer a nuestra memoria, algunas formas de actuación y ver el mundo. Como la alegría, espontaneidad y actitud para maravillarnos en lo cotidiano.