Cuando ocurre un divorcio en una pareja consolidada, no sólo estamos hablando del fin de la relación de pareja. Muchas veces, las consecuencias se expanden a varios niveles y uno o ambos cónyuges sufren de exclusión de su círculo de amigos y/o familiares, generando fuertes depresiones y cuadros graves de ansiedad. En muchos casos, a esta situación, se le suma el conflicto de la pérdida de contacto con los hijos.
Muchas personas que atraviesan un período de divorcio, sufren una baja en su autoestima que es difícil de recuperar. En principio, cabe decir que una de las causas más comunes de divorcio es la falta de comunicación, la cual genera conductas que terminan conduciendo al divorcio. El hecho de no compartir actividades, y situaciones de la vida cotidiana, así como deseos y formas de pensar, muchas veces genera chantajes, formas de control desagradables o reclamos y reproches interminables. En casos extremos, esto puede llevar incluso, a la violencia familiar.
Si estás atravesando un divorcio, o si lo has atravesado pero te encuentras estancado, sin poder salir de esta situación y continuar tu camino, es importante que sepas que lo mejor que te puede pasar es comenzar a dejar ir. Para esto, el primer paso es aceptar que la relación terminó y que lo mejor es terminar sin pelearse. Esto no sólo es bueno para la otra persona, en realidad lo más importante es que es bueno para ti.
Abandonar la ira, es permitirnos comenzar a sanar, y dejar de dañarnos a nivel físico, emocional y espiritual. No solo dejarás de perjudicar a tu ex- pareja, sino que dejarás de causarte daño a ti mismo, y por ende, si tienen hijos, ellos dejarán de captar la energía negativa y agresiva que hay entre sus padres. No olvides nunca que tu bien más preciado eres tú mismo y tus hijos, y sin duda ese entorno nefasto los perjudicará.