Eso es imposible, porque simplemente somos perfectamente imperfectos.
Pregúntate: ¿Qué significa ser perfecto para mí? ¿Cómo sientes tu cuerpo al pensar en esto? La perfección es un asunto subjetivo.
Brené Brown afirma que usamos la perfección para no sentir el dolor que nos causa el creernos insuficientes, menos que los demás, incapaces. Nos esmeramos en ser y hacer todo perfecto para no sentir la vergüenza que nos dice: “Algo está mal conmigo”.
Yo lo sé por experiencia. Soy perfeccionista en recuperación.
¿Quién puede decir cuál es el peso perfecto, el trabajo, la relación, las redes sociales o la fiesta de cumpleaños perfecta? Tú decides. No es lo que otra persona hace, tiene o entrega.
Los perfeccionistas vivimos bajo mucho estrés. Nos duele el cuerpo y la cabeza porque pensamos mucho, tenemos la tendencia a querer que las cosas estén en un orden “perfecto”, alcanzamos las metas con mucho estrés, tensión y temores al qué dirán los demás. Este temor lo podemos enmascarar con orgullo en la frase: “A mí qué me importa”, pero en el fondo, sí nos importa.
Detrás de nuestros logros está el deseo insano de demostrar quiénes somos, que valemos, que somos más que suficientes, pero en el camino hay sufrimiento por la necesidad de controlar a otros para que todo aparente ser perfecto.
Entonces, pregúntate: ¿Qué es lo que realmente quieres? Probablemente sea menos grandioso de lo que piensas. Hacer lo que quieres fluyendo con la vida, disfrutando los pequeños momentos, como son, sin la necesidad de ser aprobado y quedar bien.
Tenemos grandes momentos que marcan de manera memorable nuestra alegría, esa promoción, un auto nuevo, un compromiso, noticias sobre el embarazo. Si puedes aprender a experimentar cada momento como un despliegue constante de la hermosa presencia de tu vida, no podrás evitar disfrutarlo. De hecho, te reirás más, mirarás el cielo y respirarás. ¡Está bien!
Olvídate de que otras personas te digan lo que puedes y no puedes hacer. Escúchalos y decide tú. Esta es tu vida. No te compares con los demás. Compárate con la única persona que puede controlar tu vida: tú mismo. Toma riesgos, acepta el fracaso como otra oportunidad para intentarlo y crece a partir de tus errores. Se amable contigo mismo primero y, como consecuencia de esto, serás amable con los demás. Disponte a ser amable y disfruta cada día como si fuera el último.
La vida se trata de amar quién eres como persona y aprovechar al máximo cada oportunidad que tienes frente a ti para disfrutarla al máximo. La única forma en que podemos hacerlo es soltando la perfección. En lugar de intentar ser perfecto, ¿por qué no intentas ser lo mejor que puede ser? Sé la mejor versión de ti mismo y disfrútate. Lo mereces.
Somos perfectamente imperfectos.
Marisbelia Tomodo.
Autora del libro *Autoestima. Búsqueda Interior*