Como mamá me toca muy de cerca en esta época de graduaciones algo que ha venido sucediendo en estas últimas semanas: las graduaciones de nuestros hijos. Muchos de nosotros (padres y madres) vivimos sentimientos encontrados. Esta transición aunque nos da gran emoción y orgullo, a la vez nos produce incertidumbre y al igual que nuestros hijos debemos enfrentar un cambio drástico en las rutinas y una muy posible separación física. Es importante siempre darles el apoyo, la seguridad para que ellos sientan que la decisión es avalada por nosotros que somos sus padres o por los que cuiden de ellos (abuelos o guardianes). Estas decisiones serán fundamentales para sus vidas, ya que determinan el futuro y lo que será de sus vidas.
Es bueno para todos empezar a aplicar la aceptación a este proceso. Empecemos a considerar que es el fin de una etapa donde ya empiezan a dejar de ser adolescentes y comienzan una vida más adulta, con mayores responsabilidades y nuevas experiencias. El miedo a lo desconocido que nos ataca a todos los que estamos involucrados en este trance de la vida debe ser tomado como humano y normal. La nueva faceta produce muchas expectativas y suelen suceder en épocas para nosotros los adultos donde estamos también enfrentando diferentes eventos cruciales que nos trae enfrentar la mediana edad: la menopausia, la jubilación, y otras situaciones que nos hacen una prioridad cambiar la manera de como vemos estas situaciones para que estos eventos puedan jugar siempre a nuestro favor y no en contra.
Para nosotras las mujeres, la maternidad juega un rol fundamental. Nos ocupamos con las actividades de nuestros hijos y cuando nuestra labor termina empezamos a sentir el vacío y ponemos la mirada en lo que habíamos descuidado. Quizás en este momento nos demos cuenta que la relación con nuestra pareja esta descuidada y con poca comunicación. En vez de lamentarnos, pongamos el momento crucial de cambio para volver tanto a nosotros como a retomar todo lo que dejamos de lado por no tener tiempo. Estos espacios que de repente se vaciaron en nuestro corazón, la habitación de nuestro hijo que se marcha y hasta la nevera porque debemos comprar menos cosas, nos brindan la oportunidad de reestructurar la vida…no deben ser tomados como una tragedia. Por supuesto que habrá un duelo, sentiremos la soledad y melancolía por lo que se fue, pero poco a poco seguiremos adelante con este nuevo renacimiento también para nosotros, dándonos cuenta que en esos espacios “vacíos” hay muchas oportunidades para desarrollar nuestro interior así como retomar actividades que pusimos en pausa por una buena razón.
Tus hijos siempre serán y estarán en tus vidas. Procura seguir con los lazos haciendo saber que estarás a distancia de una llamada o un email. Recuerda que este siempre será un buen momento para volver a tus sueños, que nunca es tarde… ellos están comenzando a seguir los suyos.