Las rupturas en las relaciones de pareja, sea una terminación de un noviazgo, separación o divorcio, son muy dolorosas, pero con certeza se superan. El tiempo depende de cada persona y se encuentra determinado por el adecuado manejo del duelo y sus etapas.
Resulta indispensable un hábil manejo de las emociones y la reconstrucción de la autoestima, a los fines de salir de la depresión o del dolor causado por la terminación de la relación. Hay que controlar lo que hace avivar la llama del dolor para no convertirlo en sufrimiento.
La clave para superar una ruptura, comienza por vivir el duelo, que es ese periodo de tiempo en el cual debemos superar el dolor ocasionado por la perdida.
Cuando se produce la ruptura es muy frecuente experimentar el sentimiento de haber perdido el tiempo. La persona ve frustradas sus expectativas de futuro y siente que todo lo que ha hecho por cuidar y amar a la otra persona, no ha servido para nada o no ha sido valorado por el otro. Tú puedes adelantar ese proceso, manteniendo una actitud activa y no dejando que lo sucedido acorrale tu vida. De ser necesario, no dudes en buscar apoyo profesional.
Volver a sentirse bien no sólo es cuestión de tiempo, implica trabajar en tu interior, para liberarte y soltar esa mala experiencia, y sentirte apta para abrirte a un nuevo comienzo, libre de cargas y pensamientos limitantes.
Etapas del duelo después de una ruptura
Las fases de una ruptura, con sus matices y distancias, según los expertos, son similares a las de un duelo. Las etapas del duelo no suelen presentarse de forma ordenada, sino que pueden intercalarse o incluso solaparse, y es frecuente retroceder a una fase anterior que se creía superada.
- La negación. No aceptas que la relación se haya terminado, y tienes todavía esperanza de poder recuperar a esa persona. Puedes entrar en estado de shock y sentir la sensación de que la ruptura no es real u obsesionarte con volver a la relación sea como sea. En esta etapa pueden aparecer síntomas de ansiedad como insomnio, mareos e hiperventilación y si la ansiedad llega a ser extrema pueden llegar a producirse crisis de pánico.
- El Disgusto y la ira. Se buscan las razones de lo ocurrido, tanto en ti como en la otra persona. Empiezas a preguntarte ¿Qué pasó? ¿Por qué?.
- La culpa. Esta emoción es compartida tanto por el que abandona como por el abandonado. Para superar la culpa es necesario hacerse consciente de que una relación es siempre un asunto de dos. Hacerse responsable de nuestros actos es necesario para no volver a cometer los mismos errores en el futuro, pero si esa toma de conciencia no viene seguida del perdón hacia uno mismo, podemos deteriorar nuestra autoestima y llegar a creer que no valemos lo suficiente.
- La rabia. Cuando nos abandonan o cuando una relación de pareja se rompe, nos sentimos frustrados y, heridos. Adicionalmente y es natural, sentimos rabia hacia la otra persona. No nos podemos quedar paralizados en ella, ya que si lo hacemos, seguiremos vinculados emocionalmente de forma negativa a la otra persona. Cuando una persona tiene rabia durante años hacia una ex pareja significa que el proceso de duelo no fue trabajado satisfactoriamente. La rabia aparece en distintos periodos durante el duelo.
- La desesperanza. En esta etapa la emoción principal es la tristeza. Es cuando te haces consciente de la pérdida. Este dolor nos hace conectar con un sentimiento profundo de vacío y soledad y podemos llegar a tener la sensación de que no vamos a poder vivir sin el otro. Aquí aparece el miedo acerca de la posibilidad de volver amar y ser amado.
- La aceptación. Aceptar que la relación se ha terminado, asumir lo que ha pasado y que puedes vivir sin el otro, es fundamental para recobrar la fe y esperanza en ti y en un futuro mejor.
Una clave importante para pasar la página y abrirte a nuevas y maravillosas experiencias, consiste en trabajar la aceptación y el perdón, hacia ti mismo y hacia la pareja, recuperar tu autoestima y tu autoconfianza. No es fácil, pero si te lo propones lo logras. Es lo único que te permitirá retomar el camino hacia una vida plena, armónica y feliz.
Resulta imperativo vivir tu propio duelo, para alcanzar un sano crecimiento personal. No hay posibilidad de “saltarlo o eludirlo”. Recuerda lo que no “explota”, “implota”, lo cual se materializará en forma de enfermedad.