Esta semana amanecí con este pensamiento mi gente bella, como le diría yo a mis amigas “me habló la Virgen”. Y es que, a mi parecer, estamos acostumbrados a buscar y sentir que necesitamos a Dios solo cuando las cosas se ponen difíciles o duras, pero, ahora te pregunto yo: ¿También buscas y sientes que necesitas a Dios cuando todo va bien?
Yo normalmente lo llamo Dios, pero lo puedes llamar como tu corazón te lo diga, Divinidad, Mágica Presencia, La Fuente, Padre Celestial…
Pienso que es una condición humana natural, buscar y pedir ayuda divina cuando tenemos ciertas situaciones que no sabemos cómo afrontar o en las cuales sentimos que necesitamos una ayuda adicional. Ahora, cuando todo va viento en popa, allí es que demostramos nuestra verdadera fe. Cuando somos agradecidos solo porque sí, porque estamos vivos, respiramos, tenemos un cuerpo, familia, amigos, mascotas, un hogar, esperanza…Nuestro Padre Celestial solo desea nuestro bien hoy y siempre.
Imagínalo de esta manera, Dios es un Padre Sano, amoroso y piadoso. Como nuestro Padre, solo desea lo mejor para nosotros y hace todo lo posible por enseñarnos desde el amor y la armonía.
¡Aquí vengo yo con mis ejemplos mi gente bella! Imagínate a un hombre que comenzó su vida con muchas carencias y dificultades. Sin embargo, siempre contó con la ayuda, el amor y el apoyo de su Padre. Él le brindó lo mejor de sí, le compró sus ropas, lo alimentó, le pagó los estudios, le dio buenos consejos y lo oyó siempre que lo necesitaba. Como buen padre amoroso que era, nunca le pidió nada a cambio y solo le recordaba que hiciera el bien y fuera feliz.
Cuando el hijo se graduó, tuvo el honor de decir el discurso principal frente a todos los graduandos, e hizo mención de cuan agradecido estaba con su padre. Además, en su tesis de grado su padre estaba mencionado de primero en los agradecimientos.
El hijo, al comenzar a disfrutar de su exitosa vida laboral, comenzó a distanciarse sin querer de su padre. Ya casi no lo llamaba ni lo visitaba, realmente estaba muy ocupado. Comenzó a tener muchísimo éxito, mucho más del que había soñado.
Entonces, sin darse cuenta, comenzó a creer que todo lo que había logrado, había sido solo por su propio y único esfuerzo. Y en realidad, era cierto, él se había esforzado para llegar a donde estaba, pero también era cierto que gracias al apoyo y crianza de su padre muchos caminos se le abrieron con mayor facilidad. ¿Conoces a alguien así?
Lo cierto, es que pasado algún tiempo se casó y tuvo su primer hijo. Así que lo tomó por primera vez entre sus brazos, sintió el amor más grande que había sentido jamás y además al ver la inocencia y la fragilidad de su bebé pensó para sus adentros: sin la ayuda y los cuidados de al menos una persona, un bebé no podría sobrevivir. Siempre necesitarán la ayuda de alguien para por lo menos poder alimentarse, aprender y crecer.
¡Yo también fui un bebé! Y de repente como por arte de magia llegó a su mente su Padre y llegaron recuerdos de todas las vivencias pasadas junto a él, la paciencia y el amor dados a cada instante. Se dio cuenta de inmediato de que cuando las cosas no estuvieron tan bien, siempre mantuvo su relación con él, pero cuando las cosas mejoraron, se alejó sin darse cuenta. ¿Te hizo clic? ¡Ah bueno!
Además, recordó que, sin la ayuda de su padre, su vida tal vez no sería lo que es. Entonces, lleno de lágrimas en los ojos, pero con un profundo agradecimiento en su corazón. Llamó a su padre, le dio la buena noticia y le agradeció por todo el amor y el apoyo dado a lo largo de su vida.
Con este ejemplo, no te quiero decir que, al estar bien, siempre nos alejamos de Dios. ¡Para nada! De hecho, conozco a muchísima gente a la que le va súper bien y ahora que están mejor, están estrechando sus lazos con nuestro Padre Celestial. Lo que si te estoy diciendo, es que es muy importante hacer todo lo posible por mantenernos siempre y en todo momento agradecidos y conectados con él. ¡En las buenas y en las malas pues!
No estoy hablando de religión, estoy hablando del sentir del espíritu.
Cuando no estemos tan bien, recordemos que no estamos solos y cuando estemos bien, sintámonos agradecidos hasta por lo más mínimo.
Dios tiene un plan y aunque la mayoría de las veces no lo entendamos, no significa que no sea el mejor para nosotros. Confiemos en su guía, apoyo y amor. Recuerda, que él es como el oxígeno, no lo vemos ni lo sentimos, pero existe y necesitamos de él para vivir.
Gracias por ser y estar.
Bendiciones, Lennys.