Tomar la decisión de buscar terapia psicológica, no es tarea fácil. Supone un acto de introspección profundo, sincero y honesto con nosotros mismos.
Aceptar que no podemos manejar una situación que nos afecta de manera importante, es realmente difícil, en muchísimos casos. En efecto, se suele pensar que estamos muy claros con el diagnóstico de lo que nos sucede e incluso que conocemos cómo resolver la situación. Pero lo cierto es, que nos “saboteamos” a nosotros mismos, o mejor dicho nos “engañamos” porque la situación que nos afecta persiste en el tiempo, sin que podamos resolverla de manera definitiva. Nos vamos hundiendo cada vez más en un foso sin salida, ¿la razón? Realmente no sabemos cómo solventar la situación.
Usualmente cuando vivimos una situación que nos afecta, tratamos de solucionarla en base a nuestra propia experiencia, con nuestros propios recursos. Luego recurrimos a familiares y amigos, y en muchas ocasiones logramos salir adelante.
Ahora bien, pero que pasa cuando hemos agotado todas las acciones a nuestro alcance, incluso hemos acudido a innumerables cursos y talleres, adquirido todos los libros cuyo contenido resuena con nuestra necesidad, el tiempo pasa y sentimos que nada cambia en nuestras vidas. Por el contrario nos sentimos cada vez más tristes, cansados y desolados. Es en estos casos donde la única opción que tenemos, para retomar el camino del bienestar y la plenitud en nuestras vidas, consiste en buscar ayuda profesional. Definitivamente hay que admitir que solos no podemos, ya que desconocemos cómo hacerlo.
Son numerosos los supuestos por los cuales se debe buscar la asesoría de un terapeuta, psicólogo, psiquiatra, o coach, porque cada individuo es absolutamente único. Sin embargo, aquí te mostramos algunos motivos o indicadores:
- Trastornos de ansiedad: fobias, obsesiones, o ataques de pánico.
- Autoestima disminuida: cuando nos sentimos incapaces de afrontar las exigencias diarias, nos sentimos mal con nosotros mismos, fracasados, no nos agrada quienes somos o nos sentimos inferiores respecto a los demás.
- Tristeza profunda, sensación de desolación, ira, ideas fatalistas sobre nuestro futuro, miedos irracionales, desesperanzas, desesperación, fantasías sobre abandonar este plano físico y en general cualquier sentimiento o emoción que no sea pasajero y afecte de manera efectiva nuestro normal desenvolvimiento o calidad de vida.
- Trastornos psicosomáticos. Adicciones. Trastornos de alimentación (anorexia, bulimia y otros).
- Problemas de pareja. Infidelidad, violencia física, psicológica, sexual, separación o divorcio.
- Problemas familiares que afectan nuestra autoestima o relaciones familiares que nos atrapan y no nos permiten avanzar. Falta de límites o problemas con los hijos.
- El uso en exceso de drogas, alcohol, tabaco o cualquier tipo de sustancia que afecte a nuestro organismo no prescrita por un médico.
- Perdida de un ser querido, hechos traumáticos en la infancia o abuso sexual.
- Cambios drásticos e impredecibles en el estado de ánimo. El trastorno bipolar puede ser difícil de diagnosticar y sus síntomas varían. Una persona que padece este trastorno puede tener episodios maniacos de excesiva felicidad, gran energía y pensamientos acelerados, seguidos de episodios depresivos que pueden provocar ansiedad, tristeza e incluso pensamientos suicidas.
Acudir a una consulta psicológica, es una herramienta para mejorar nuestra calidad de vida, no una razón para sentir que hay algo malo en nosotros. Sé honesta contigo misma, pide ayuda, resuelve lo que tengas que resolver y continúa tu camino en bienestar. Si no te sientes bien contigo misma o hay aspectos de tu vida que se convirtieron en fuertes obstáculos para tu desarrollo y no sabes cómo superarlos, la única opción sana es visitar a un terapeuta.