El aprendizaje más importante que me dejó mi transitar por la depresión, durante casi una década de mi vida, fue el de comprender que cada persona, enfermedad, vivencia, lo que sea que estés experimentando en este momento, es perfecto y como tal debes aceptarlo. Pero no desde la resignación, ni desde la rabia, sino entendiendo que somos parte de un todo y que nada ocurre al azar. Por lo tanto, nadar contra la corriente no sirve de nada, porque en nuestro intento solo agregaremos más dolor y quizás nos hundamos más y más.
No podemos controlar ni escoger cada experiencia que llega a nuestra vida, pero sí podemos decidir cómo procesarla: con dolor, rabia, frustración y preocupación o dejándola fluir, sacando de ella la mayor cantidad de aprendizaje posible y convirtiéndola en un abanico de oportunidades para crecer espiritual y emocionalmente. Si quieres que una situación cambie para mejor, tanto en ti mismo como en tu entorno, empieza por aceptarla.
Te ofrezco cinco claves para lograrlo:
No caigas en calificativos. Ninguna circunstancia es buena o mala, solo es lo que es, por lo tanto, no caigas en las trampas que te tiende tu ego etiquetándola como mala o buena, positiva o negativa, justa o injusta. No se trata de engañarte a ti mismo diciéndote que no pasa nada malo. Reconoces que quieres salir de esa situación que te agobia, pero no te dedicas a ponerle etiquetas.
Deja de luchar contra los pensamientos o con las emociones que dicha situación te produce. Hacer esto solo agrega más dolor a tu situación actual. No se trata de negar la circunstancia, negándola no va a desaparecer. Se trata de que aprendas a reconocer tus pensamientos acerca de esta para que a partir de allí los puedas transformar, creando en tu mente y en tu corazón el espacio para que entren nuevos pensamientos y experimentes emociones más en sintonía con la realidad que quieres crear.
¡Suelta el control! Hay momentos en la vida donde conviene dejar que las cosas fluyan y tomen su orden natural. Esto puede resultarte un tanto difícil al principio porque no estamos acostumbrados a dejar fluir los problemas y las circunstancias difíciles que llegan a nosotros, nos han enseñado a luchar en contra de ellas. Sin embargo, una actitud de NO resistencia te resultará mucha más sana y enriquecedora.
Si cambiar la situación está fuera de tu control, busca la forma de armonizarte con ella. Deja de invertir toda tu energía en reforzarla, aprovechando cualquier ocasión para quejarte con alguien que esté dispuesto a escucharte o dejando que tu mente se inunde de pensamientos negativos sobre esta. Al contrario, si quieres que esa “mala racha” desaparezca, utiliza tu diálogo interno para conectarte con las cosas positivas que quieres comenzar a experimentar en tu vida.
Para aprovechar al máximo las lecciones que te regala la vida en lugar de ver las cosas de una forma negativa, aprende a darle la vuelta y a transformarlas en una oportunidad de mejora, de autoconocimiento. El dolor no es el enemigo, ¡es tu aliado! Si una situación te resulta dolorosa es porque quizás está trayendo a la luz tu sombra para que te reconcilies con ella y avances en tu crecimiento espiritual.
Cuando aprendemos a reconocer la intención divina que hay detrás de cada situación, no importa lo que esté sucediendo a tu alrededor, si tienes la convicción de que Dios está actuando a través de ti, ninguna circunstancia te parecerá injusta o inmerecida, simplemente sabes que es realmente lo que necesitas experimentar para que tu espíritu se fortalezca.