Comer es una necesidad y un placer. Únicamente partiendo de nuestra estima personal, una actitud positiva y la escogencia de buenos hábitos alimenticios, podemos controlar la calidad y cantidad de lo que comemos. Comer muy poco, comer mucho e incluso dejar de hacerlo, son actitudes que reflejan el amor que sentimos por nosotros mismos.
Se dice que “somos lo que comemos”, a mi entender, lo que sí es realmente cierto, sin lugar a dudas, es que “somos lo que nuestra autoestima dice que somos”.
A muchas personas se les pasa la vida buscando dietas, cremas, píldoras, aparatos milagrosos, que las hagan lucir muy bien. En casos extremos, la ansiedad es tan grande, que caen en enfermedades terribles como la anorexia ó la bulimia.
La raíz del problema y lo que nos llevará a la solución del mismo, es comprender, que si estamos gordos ó fuera de forma, no es por lo que comemos, sino por los motivos que nos llevan a comer de esa manera. Sólo cuando tengamos la respuesta, vamos a dar solución definitiva al problema.
Cuando tenemos una baja autoestima, en muchos casos, nos sentimos tristes, frustrados y apesadumbrados, lo cual nos lleva a descuidar nuestra salud física y mental.
En muchos casos, estamos viviendo en “automático” y hemos hecho de la actitud de derrota, una constante. Comer demasiado o muy poco se convierte en un escudo para evadir la tristeza, el dolor, la frustración, la soledad, el desamor, la ansiedad o el stress.
Debemos comenzar por detenernos, tomar un tiempo para revisarnos y autoevaluarnos, la solución no está fuera de nosotros, sino en nuestro interior. Es muy importante descubrir cuáles son los detonantes que nos llevan a perder el control y a comer de manera excesiva o compulsiva. Qué nos impide tener fuerza de voluntad para escoger los alimentos que nos nutren y alimentan, prefiriendo en la mayoría de los casos, los que nos hacen daño y no traen beneficios a nuestra salud.
Analicemos las posibles causas, empezando por nuestra estima personal. ¿Cuáles son los pensamientos que nos repetimos a diario?, ¿Cómo nos sentimos?, ¿Tenemos un propósito de vida, una visión, seguimos nuestros sueños?
Comer en cantidad, dejar de hacerlo y volver a comer de la misma forma, pueden convertirse en un círculo vicioso, y en el peor de los casos en un estilo de vida.
Además, una alimentación desequilibrada puede producir carencias de algunos de los nutrientes que requiere nuestro cuerpo, pudiendo manifestarse a través de diferentes estados de ánimo; como la apatía, desgana, irritabilidad, nerviosismo, o cansancio. Un exceso o defecto de un determinado nutriente puede afectar al sistema nervioso.
Es indispensable alimentarse saludablemente, porque al hacerlo, entre otros aspectos, mejora nuestra salud, mejora nuestro estado de ánimo, pensamos con mayor rapidez y esto favorece la memoria, así como la concentración. Además de mejorar nuestra imagen corporal.
Antes de comenzar cualquier dieta, dedica tiempo a tu autoconocimiento, se sincero contigo mismo, sin culpar a los demás ó a las circunstancias. Responsabilízate, y desde ese espacio, toma la decisión de dedicar tiempo, voluntad, disciplina y perseverancia, al logro de tus objetivos. En este caso, el objetivo sería sentirte y verte muy bien. Tienes que ser honesto contigo mismo y comprometerte con lo que realmente deseas, en caso contrario, se iniciara una cadena de frustraciones. Proponte a cambiar tu régimen alimenticio.
Desde la aceptación y el amor por ti mismo. ¡Cuídate y mejora tu imagen!