¡Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer nada y arrepentirse!
¡DEFINITIVAMENTE!
Como expresa el refrán popular: “No hay peor diligencia que la que no se hace”. No intentar hacer realidad nuestros sueños, nos llena de tristeza, culpa, sensación de debilidad y fracaso. La vida es trabajo y, como tal, requiere acciones de nuestra parte, que suponen esfuerzos y sacrificios.
Lo que sucede es que a veces nos negamos a responsabilizarnos de nuestros actos y nos resulta mucho más fácil culpar a las circunstancias, al destino, a la familia, etc. Es cierto que todos nacemos con un “paquete de monedas” diferentes, a unos les tocan unas cosas y a otros otras, pero aún así, siempre podemos hacer “lo mejor” con lo que nos tocó. Es una decisión personal, yo me atrevería a decir que es el real y efectivo ejercicio del “libre albedrío”.