El estrés surge como una respuesta natural y adaptativa, pero cuando este se extiende o incrementa en el tiempo; la salud, el desempeño académico o profesional, las relaciones personales o de pareja del individuo, se ven afectadas.
El estrés representa la respuesta automática del cuerpo, ante circunstancias desafiantes o amenazantes, la cual perturba el equilibrio emocional de la persona.
Origen del estrés
Cualquier evento o tipo de cambio puede generar estrés, originando tensión, pero lo realmente significativo es la manera de afrontar ese cambio, y cada persona tiene una tolerancia diferente a los problemas y un umbral del estrés distinto.
No es indispensable que el acontecimiento sea muy intenso, basta con la acumulación de eventos durante un largo tiempo, o la interpretación negativa de los mismos por la persona que los enfrenta. De allí, que situaciones que provocan estrés en una persona, pueden resultar insignificantes para otra.
Tipos de estrés
En función de la duración: 1. Estrés agudo. Es estimulante y excitante, pero muy agotador. No perdura en el tiempo. 2. Estrés agudo episódico. Las personas afectadas reaccionan de forma descontrolada, y suelen sentirse incapaz de organizar su vida. Les ocurre con mucha frecuencia. 3. Estrés crónico. La persona se siente amenazada y en estado constante de alarma.
Signos más generalizados del estrés
Ansiedad, depresión, miedo, irritabilidad, confusión. Dificultad para concentrarse, pensamientos repetitivos, excesiva autocrítica, olvidos, preocupación por el futuro. Dificultades en el habla, risa nerviosa, trato brusco en las relaciones sociales, llanto, apretar las mandíbulas o rechinar los dientes, incremento del consumo de tabaco, alcohol, aumento o disminución del apetito. Músculos contraídos, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello, malestar estomacal, fatiga, infecciones, palpitaciones y respiración agitada, perturbaciones en el sueño, erupciones, y disfunción sexual, entre otros.
Etapas del estrés
Alarma: el cuerpo se prepara para producir el máximo de energía, con los consecuentes cambios químicos. El cerebro, envía señales que activan la secreción de hormonas, que mediante una reacción en cadena provocan diferentes reacciones en el organismo, como tensión muscular, agudización de los sentidos, aumento en la frecuencia e intensidad de los latidos del corazón, elevación del flujo sanguíneo, e incremento del nivel de insulina para que el cuerpo metabolice más energía. Los síntomas del estrés desaparecen cuando el episodio concluye.
Resistencia: se mantiene la situación de alerta, sin que exista relajación. Las hormonas se mantienen en situación de alerta permanente.
Agotamiento: el organismo intenta retornar a su estado normal, y se vuelve a producir una nueva respuesta fisiológica, el estrés se convierte en crónico, y se mantiene durante un período de tiempo que varía en función de cada individuo.
Algunos tips para vencer el estrés
Aprende a fluir con la vida y enfócate en descubrir lo positivo de los cambios. No asocies los cambios con una amenaza.
Organízate. Te permitirá optimizar la distribución del tiempo y establecer prioridades, cumplir con tus obligaciones y disfrutar de actividades relajantes o divertidas. Usa una agenda tu mente tomará un descanso.
Delega responsabilidades. No las asumas todas. No desempeñes el papel de heroína o héroe, lo que te quedará de esa conducta es el estrés.
Descubre y desarrolla tu autoestima. Cuando nos apreciamos, nos respetamos y valoramos a nosotros mismos. Nos tratamos con tolerancia y amor, lo que nos permite gozar de una sana actitud hacia la vida. Nos sentimos capaces de afrontar los desafíos inherentes a la misma.
Aprende a decir “No” de manera asertiva. Es decir, sin ofender y de buena manera. No es fácil en muchas ocasiones, pero debemos integrar esta conducta a nuestro diario vivir. Otórgale un verdadero significado a tus afirmaciones “Si”.
Practica ejercicio físico. Por lo menos 4 a 5 veces por semana, una caminata no inferior a 30 minutos o un entrenamiento más fuertes te ayudarán a relajarte y a relacionarte con amigos o familiares. Liberarás tensiones y alejarás los pensamientos negativos.
Medita, practica yoga, respiración consciente o Mindfulness. Los beneficios están ampliamente comprobados.
Descansa. Dormir menos de las horas requeridas para que tu organismo descanse puede traer grandes complicaciones. Puedes incluso, incluir una siesta al día, lo cual es muy beneficioso. Asimismo, debes disfrutar tus vacaciones, tus fines de semana, e incluir alguna actividad diaria que te agrade y por último recuerda no llevar los problemas del trabajo a la casa, al concluir la jornada laboral.
Mantén sanas relaciones con amigos y familiares. Compartir con personas que apreciamos eleva nuestra sensación de bienestar. Asimismo, intenta inscribirte en algún curso o actividad que resulte interesante para ti, conocerás otras personas y distraerás tu mente.
Apóyate en tus seres queridos. Asimismo, si necesitas ayuda especializada, búscala. Evita auto medicarte, ni para dormir ni para relajarte.
No huyas de los problemas. Toma decisiones, afrontándolos y evaluando la mejor alternativa en cada caso. Tú puedes.